Hace ya más de 12 años que Christina Aguilera y Cher protagonizaron una película titulada Burlesque. El film recogió críticas variadas, fue nominado a algunos premios y consiguió otros, entre ellos un Globo de Oro a la Mejor Canción. Sin duda, esta película no figura entre las obras maestras del género, pero sirvió para que mucha gente se preguntara de dónde salía el nombre que le daba título y a qué se refería.
Burlesque es uno de esos términos que acostumbran a sonar, pero en ocasiones es difícil acotar del todo su significado. En este post vamos a intentar hacerlo. Para ello, explicaremos sus orígenes, haremos referencia a su historia y destacaremos algunos de los nombres de artistas imprescindibles del género.
¿Qué es el burlesque?
Fundamentalmente, un estilo de arte escénico en el que, mediante la parodia y la exageración de rasgos, se ridiculiza un tema. Como género comparte características con el vodevil, el cabaret francés, la pantomima y el music hall.
Fue precisamente del mundo del cabaret de donde el burlesque tomó sus elementos más eróticos. Bailes exóticos, stripteases, ejercicios de contorsionismo y, por encima de todo, la presencia de mujeres bellas, son algunas de las principales características de este género.
Si hay que hablar de un momento de esplendor de este estilo debemos buscarlo en los Estados Unidos de los años 20. Eran aquellos los años de la prohibición de la venta de alcohol, pero siempre podían encontrarse lugares donde éste se vendía de manera clandestina y donde la gente acudía a divertirse.
En aquellos antros pululaban las llamadas “flappers”, mujeres jóvenes con el pelo cortado a lo bob cut (pelo corto, habitualmente negro azabache o rubio platino) que escuchaban jazz, bebían, conducían y fumaban. Era en esos locales, precisamente, donde el burlesque encontraba su hábitat natural.
De entre las artistas clásicas cuyos nombres guardan relación más o menos directa con el burlesque podemos destacar a:
- Gypsy Rosee Lee. Autodenominada “La Stripper Intelectual”, destacaba por su elegancia y su ingenio. En sus movimientos (al contrario de lo que sucedía con otros artistas) no había nada brusco.
- Josephine Baker. La carrera de esta artista mítica se inició adoptando un rol casi cómico entre las coristas. Ella salía la última y debía equivocarse “obligatoriamente” de los pasos. Ese papel tan poco lucido no impidió que bien pronto empezara a destacar. Llegada a París, no tardó en convertirse en una estrella de primera línea dentro del género. En sus bailes eróticos, Baker aparecía casi desnuda. Estrella del Folies Bergère a mediados de los años 20, dejó para la historia su famoso “vestido” de bananas.
- Sally Rand. 1933 fue el año en el que Sally Rand se convirtió en una estrella del burlesque dancer con un número espectacular. Aparecía desnuda en escena, montando un caballo blanco. Fue arrestada cuatro veces por exhibición obscena. Ella alegaba que su cuerpo estaba completamente maquillado. En el escenario jugaba con sus abanicos de plumas para cubrir su aparente desnudez. En verdad, Sally iba enfundada en una malla de cuerpo entero de color carne.
Más allá del éxito de Sally Rand, lo cierto es que la Gran Depresión de los años 30 afectó a este género, que fue perdiendo adeptos ante la expansión del cine y, posteriormente, de la televisión.
Dita von Teese
Hubo que esperar hasta los años 90 para que empezara despertar un movimiento de recuperación del género en ciudades como Nueva York o Nueva Orleans. Este movimiento hizo que empezaran a producirse espectáculos de neo-burlesque.
Esta actualización del viejo género escénico, alimentándose de la revista moderna y del cabaret revival, empezó a escenificarse con contenidos marcadamente sexuales y haciendo uso del desnudo o del semidesnudo para representar algunas rutinas eróticas.
De entre los nombres de las artistas responsables de esa actualización de esta forma de cabaret hay que destacar el de la modelo, actriz y vedette estadounidense Dita von Teese.
Dita von Teese, nacida en Michigan al 1972, fue desde bien pequeña una niña a quien fascinaban dos cosas: el cine clásico de los años cuarenta y la lencería. Esta fascinación, se dice, surgió a raíz de algo que ella hacía de pequeña: leer los ejemplares de Playboy que su padre coleccionaba.
De aquel visionado a escondidas de las revistas paternas le vino a Dita, nacida Heather Renée Sweet, una gran pasión por lo retro y lo vintage. Las prendas de lencería más diversas y llamativas y, sobre todo, los corsés más variados y sugerentes, empezaron a engrosar una notable colección personal.
En su primera juventud trabajó en un local de striptease, coqueteó con las drogas, se puso implantes de silicona en los pechos y, ataviada con sus guantes y corsés estilo retro, posó, ya convertida en Dita Von Teese, para la revista Playboy.
Durante un tiempo, Dita imitó el estilo de Bettie Page, la famosa pin-up estadounidense que en los años 50 se convirtió en un referente estilístico para muchas mujeres. Finalmente, von Tees fue encontrando su propia línea estilística y su propia imagen.
Apasionada, como hemos destacado, de la lencería, la artista estadounidense ha sostenido en múltiples entrevistas que la lencería le sirve para realzar o esconder aquellas partes de su cuerpo de las que se siente más y menos contenta para, así, lucir una imagen sensualmente erótica.