Censura al erotismo
Tan vieja como el mundo. Siempre hubo quien recurrió a ella y, por desgracia, parece que siempre habrá quien lo siga haciendo para ocultar algo que no debería resultar ofensivo para la vista de ningún ser humano: el cuerpo desnudo del hombre o la mujer. Pero parece inevitable: la censura siempre ha sido un instrumento en manos de quienes han visto en el desnudo un algo ofensivo para sus principios morales. Todas las culturas, de una manera u otra, y en determinados momentos de su existencia, han tendido a ejercer la censura sobre el erotismo o sobre la imagen desnuda del hombre o la mujer.
En España podemos encontrar más de un ejemplo de cómo la censura actuó sobre el desnudo. En un país como el nuestro, con un gran arraigo de la doctrina católica, no podían faltar ejemplos de censura sobre el desnudo. Son varias las obras que se han publicado para estudiar cómo el franquismo actuaba para censurar las imágenes “subidas de tono”. Una de esas obras, La censura franquista en el cartel de cine, escrita por Bienvenido Llopis y editada hace ya algunos años por Notorius Ediciones, muestra cómo escotes o piernas eran tapados artificialmente para evitar que el españolito de a pie pudiera “sentirse ofendido” al contemplar demasiada piel en los carteles cinematográficos o en los famosos programas de mano. La mirada escrutadora e implacable de la censura hacía que un vestido de Ava Gardner o Sara Montiel perdiera su escote de vértigo o que a Romy Scheneider, que tomaba el sol boca abajo en el cartel de La piscina, le apareciese un biquini que cubriera la desnudez del cartel original.
Esa censura un tanto casposa y cutrona que se fundamentaba en cierta obligación de proteger el dogma y la moral católica murió con el franquismo, pero eso no quiere decir que la censura sobre el cuerpo desnudo haya desaparecido. Es más, las nuevas redes sociales como Facebook o Instagram tienen unas tan estrictas como aleatorias normas que, en la práctica, acaban provocando que muchas imágenes de desnudo total o parcial sean vetadas y censuradas.
En nuestra memoria quedan las imágenes del torso desnudo de Naomí Campell, del culo de Rihanna o la rebelde y descarada de Scoutt Willis, la hija de Bruce Willis, paseando por las calles de Nueva York con los pechos al aire en señal de protesta contra la censura del desnudo femenino en las referidas redes sociales. Todas esas imágenes aparecieron en Instagram y todas fueron borradas en un breve espacio de tiempo.
La política de censura de imágenes de contenido erótico o sensual de redes sociales como Facebook impide que en dicha plataforma puedan contemplarse imágenes eróticas realizadas por artistas como el fotógrafo Helmut Newton, el dibujante Milo Manara o el pintor Gustave Courbet. Por ejemplo: el famoso cuadro de éste último, El origen del mundo, pintado en 1866 y expuesto desde 1995 en el museo d’Orsay, no tiene cabida en el universo Facebook.
Censura a la fotógrafa Mathilde Grafström
Más allá de la censura diaria que contra los desnudos mantienen las diferentes redes sociales, de tanto en tanto se produce algún hecho puntual que, fuera de ellas y en alguna parte del mundo, resalta el papel censor que, en ocasiones, las autoridades ejercen respecto al desnudo. El último de estos hechos ha tenido lugar en Dinamarca. La policía danesa ha considerado “indecente y ofensiva” la colección de fotografías que, con el título conjunto de Female Beauty (belleza femenina), debía exponer la fotógrafa danesa Mathilde Grafström en una plaza de Copenhague.
La colección de fotografías de Grafström reunía una serie de imágenes en la que se mostraba a una serie de mujeres desnudas en plena naturaleza. El propósito de la fotógrafa danesa al realizar estas fotografías era mostrar la belleza de la mujer normal y corriente, aquélla cuyas medidas o características físicas se alejan del estándar socialmente aceptado de lo que es o no es bello.
Con ello, Grafström se proponía conseguir que las mujeres valoraran su cuerpo y empezaran a verlo como algo bello.
Mathilde Grafström es una de las grandes fotógrafas actuales del desnudo femenino. En su manera de entender la fotografía se pueden encontrar ramalazos de psicología de autoayuda. En su página web, Grafström apunta que “todos los seres humanos tienen más belleza de la que creen”. Para la fotógrafa danesa, eliminar todas las creencias negativas que tenemos sobre nosotros mismos es fundamental para mostrarnos brillantes ante el mundo. Por eso no busca modelos de medidas perfectas ni bellezas especialmente reseñables desde el punto de vista de lo que socialmente se acepta como bello. Lo que Grafström intenta mostrar en sus fotografías es cómo toda persona puede dejar entrever la belleza y energía que llevan dentro.
El veto a la exposición de desnudos femeninos por parte de la policía danesa contrasta, en palabras de la fotógrafa, con la permisividad que las autoridades danesas acostumbran a tener con los carteles publicitarios de clínicas de estética. Según la fotógrafa, la publicidad de estas clínicas acaba dañando la autoestima de todas aquellas personas que, por un motivo u otro, no tienen unas características físicas que se amolden a lo que, por convención social, se considera bello.