Memorias de un putero
Chester Brown es un historietista canadiense nacido en Montreal en 1960 que ha adquirido fama mundial, en gran medida, por su encendida defensa de la prostitución. Auto-declarado putero, Chester Brown es una de las estrellas del cómic underground. Fue en uno de esos cómics, Pagando por ello, Memorias en cómic de un putero, donde Chester Brown expuso los motivos que le habían llevado a convertirse en un cliente habitual de los servicios de la prostitución.
Chester Brown considera que el amor romántico es un engaño, una especie de estafa. La prostitución, por su parte, es una buena manera de alcanzar la felicidad. En Pagando por ello, Chester Brown se retrata así mismo como un desengañado de la vida conyugal. En esa obra, Brown se dibuja viviendo con su expareja. Comparten piso y son amigos, pero el amor ya pasó. Ella lleva hombres a casa, nuevos ligues, y Chester Brown se dibuja como hombre a quien eso no le molesta. Eso sí: nota la carencia del sexo. Lo echa de menos. Y es ahí, cuenta Chester Brown, donde se plantea la posibilidad de pagar a cambio de sexo. Nunca ha estado con una prostituta, pero no quiere implicarse sentimentalmente con nadie y, al mismo tiempo, quiere sexo. Lo necesita.
Es a partir de este momento cuando Chester Brown nos narra sus experiencias como putero y, también, sus dudas y cómo éstas, poco a poco, van quedando resueltas. Al final, Chester Brown llega a una conclusión: se siente feliz manteniendo única y exclusivamente relaciones sexuales con una mujer bella que le satisface sexualmente y no le impone ni le plantea otro tipo de compromisos.
Chester Brown defiende ese tipo de relación pero no cae en el error de proponerla como modelo de relación apta para todo el mundo. Brown considera que hay muchas personas en el mundo que necesitan mantener una relación tradicional, de corte romántico, pero cree que hay muchas otras (y es a ellas, principalmente, a quienes va dedicado Pagando por ello para quienes el amor romántico no cumple las expectativas esperadas de él. Es para estas personas para las que Chester Brown propone como ideal su “modus vivendi”; esto es: la renuncia a las relaciones amorosas tradicionales para sustituirla por el mantenimiento de una soledad combinada con relaciones esporádicas, y de carácter comercial, con prostitutas.
Chester Brown, que empezó su relación con el mundo de la prostitución manteniendo relaciones con diferentes prostitutas, decidió finalmente escoger a una de ellas, Denise, para mantener con ella lo más parecido posible, dadas las circunstancias, a una relación de novio y novia. Brown decidió en un momento dado mantener relaciones sexuales con una sola prostituta en particular y esa prostituta, Denise, consiguió así un cliente con un nivel de fidelidad insuperable.
Para contar su historia visualmente y mostrar sus relaciones con las prostitutas, Chester Brown optó por evitar la plasmación de planos cercanos de penes o vaginas (en ningún momento Brown ha querido realizar un libro pornográfico) y decidió que no mostraría detalle alguno de las habitaciones en las que tenían lugar sus encuentros sexuales con las prostitutas. Ni mesitas de noche ni muebles ni espejos ni nada por el estilo. Lo que importaba de esos encuentros, ha señalado en alguna ocasión Chester Brown, era la relación erótica que se establecía entre él y sus “amantes ocasionales”. Para conseguir dicho objetivo (el de plasmar única y exclusivamente lo primordial de dichos encuentro) Chester Brown optó, al realizar Pagando por ello, por dibujarse tanto a él como a las prostitutas con las que había mantenido relaciones sexuales desde un punto de vista lejano (para evitar detalles pornográficos) y sobre un fondo oscuro.
En las últimas páginas de Pagando por ello, Memorias en cómic de un putero, Chester Brown exponía los diferentes argumentos para normalizar el uso de la prostitución. Entre dichos argumentos figuraban los siguientes:
- La contratación de la prostitución es, de alguna manera, una forma de ligar.
- Los puteros no compran mujeres. Ni las poseen ni las conservan.
- Que habitualmente no se establecen relaciones de poder sobre las prostitutas.
María lloró sobre los pies de Jesús
Pagando por ello, Memorias en cómic de un putero tuvo un notable éxito tanto en Estados Unidos como en Canadá. En España fue editado por la editorial La Cúpula en 2011. Ahora, cinco años después, la misma editorial vuelve a editar una obra de Chester Brown que trata el tema de la prostitución. Dicha obra es María lloró sobre los pies de Jesús y, en la portada de dicha edición se puede leer dos claras descripciones de lo que es la misma. Una de ellas es: Prostitución y obediencia religiosa en la Biblia. La otra: Una “novela gráfica” que adapta algunos pasajes bíblicos.
Leyendo ambos subtítulos, es fácil pensar que Chester Brown ha realizado María lloró sobre los pies de Jesús con un ánimo marcadamente provocador. Nada más alejado de la realidad. El ánimo de Chester Brown es un ánimo fundamentalmente reflexivo. Para ello, Brown se ha documentado profusamente. Son muchos los estudios bíblicos que Chester Brown ha consultado antes de ponerse a dibujar las viñetas.
Sin duda, nadie que no tenga un mínimo sentido de la religiosidad puede realizar un libro como María lloró sobre los pies de Jesús. Chester Brown, pues, puede ser catalogado como un hombre religioso. Eso sí: su religiosidad no es una religiosidad que se ajuste a norma alguna. Él mismo lo ha dicho en alguna entrevista: “yo, como mucha gente, me he construido un cristianismo a medida”. El cristianismo a medida que Brown ha construido para sí mismo es un cristianismo que pone en solfa la obediencia a Dios como dogma y que defiende el libre albedrío, el amor y el respeto como elementos esenciales del comportamiento humano.
Brown, preocupado siempre por alabar las bondades de la prostitución, se hizo una pregunta que iba a servir como acicate personal para toda su tarea de investigación y para, a partir de la reflexión derivada de ella, elaborar una hipótesis. Esa pregunta es: ¿aprobaba Jesús la prostitución? A partir de esa pregunta, Chester Brown realiza sus propias reflexiones y dichas reflexiones conducen, entre otras cosas, a hacerle pensar que María, madre de Jesús, no sólo no era virgen sino que era… prostituta. Esa condición profesional de la madre de Jesús sería, en última instancia, la causa de la defensa que Jesús realizara de María Magdalena.
La afirmación realizada por Chester Brown sobre la condición de prostituta de María es tan polémica como especulativa. Indemostrable. Brown escoge fragmentos de los evangelios apócrifos, recrea la historia de personajes femeninos de la Biblia como pueden ser Rahab, Ruth, Betsabé, Tamar… Todas ellas, de alguna manera, están relacionadas con la prostitución. Y es que, afirma Brown, la Biblia debería leerse “con la mente más abierta”.
Finalmente, el cristianismo que Chester Brown plasma en María lloró sobre los pies de Jesús es un cristianismo primitivo, un cristianismo anterior a que el peso de los textos evangélicos oficiales y las cartas de San Pablo (furibundo detractor de la prostitución) determinaran la interpretación del pensamiento original de Jesús de Nazaret.