Un simple hilo argumental sirve para engarzar los cien cuentos que componen una de las grandes obras de la historia de la literatura. Esa obra es El Decamerón, fue escrita por el autor italiano Giovanni Boccaccio entre 1351 y 1353, y el hilo argumental es el siguiente: la peste bubónica golpea Florencia y, para escapar de ella, diez jóvenes (siete mujeres y tres hombres) se refugian en una villa a las afueras de la ciudad. En esa villa, para matar el tiempo, los jóvenes se dedican a contar un cuento cada uno de ellos durante los diez días que permanecerán allí y que son los que dan título al libro.
Los cuentos que los pobladores de la villa cuentan durante esos días versan sobre diversos temas, aunque son tres los principales: el amor, la inteligencia humana y la fortuna. Dentro de la temática del amor, en El Decamerón se pueden encontrar historias apasionadas en las que predomina lo trágico e historias más livianas en las que es lo erótico lo que predomina.
Cuando se habla de El Decamerón es ineludible hablar de la presencia en él de ese erotismo que salpica, de alguna manera, toda la obra. En ella, Bocaccio juntó en el crisol de su estilo influencias que venían del romance, del folclore popular italiano, de las más iniciales expresiones del amor cortés y de la tradicional fábula francesa. Con esa aleación de influencias variadas, Boccaccio intentó plasmar su visión de la vida dejando claro en todo momento que, para él, la sexualidad y el erotismo forman parte del hombre y la mujer y sirven, y de qué manera, para construir relaciones sociales.
Para Boccaccio, la pasión amorosa o el instinto sexual son concebidos como un impulso natural inherente a la condición humana. Mujer y hombre son seres deseantes y, como tales, seres que fabrican erotismo. El amor y la atracción sexual son para el autor de El Decamerón uno de los más importantes impulsores del comportamiento humano y, por tanto, uno de los principales motores que mueven el mundo. Nada se puede contra él. Cuando el amor, la atracción sexual o el impulso erótico se activan y comienzan a moverse, nada puede detenerlos. El amor es, en El Decamerón, una fuerza ineludible. Lo era también en el amor cortés, pero en aquel tipo de literatura la mujer aparecía siempre reflejada como un ser absolutamente idealizado, como un prototipo. En El Decamerón, por el contrario, la mujer no tiene nada de ideal: es un ser que, al igual que el hombre, tiene deseos y tiene debilidades.
El erotismo de El Decamerón, lo han apuntado los autores que lo han estudiado, no es un erotismo obsceno. De hecho, lo que Boccaccio intenta plasmar al abordar el erotismo es esa tendencia natural del hombre. Boccaccio quiere dejar constancia de que el amor carnal (más allá del amor romántico) es el que suele triunfar.
El erotismo de El Decamerón es concebido en muchas ocasiones como una prisión. El que desea es reo de su deseo y, al mismo tiempo, un rebelde que se enfrenta a todo tipo de normas. En El Decamerón podemos encontrar a hijas que se rebelan contra sus padres y a mujeres que se rebelan contra sus maridos. En ese sentido, El Decamerón es un libro revolucionariamente provocador, una obra casi, casi feminista. O, cuanto menos, pre-feminista. No en vano, Boccaccio, al inicio de su obra, afirma que El Decamerón está dedicado a aquellas mujeres que, amando, “deben mantener las amorosas llamas ocultas”. En ese sentido, Boccaccio utiliza su obra para denunciar la penosa situación en la que se hallaban la inmensa mayoría de aquellas mujeres y al yugo al que se veían sometidas tanto en lo público como, en la inmensa mayoría de las ocasiones, en lo privado.
El Decamerón de Pasolini
Seguramente fue ese carácter provocador que, de un modo u otro, caracteriza El Decamerón de Bocaccio, el que hizo que en 1971, uno de los grandes artistas italianos del siglo XX, el escritor, poeta y cineasta Pier Paolo Pasolini realizara una versión cinematográfica de El Decamerón en la que, no podía ser de otro modo, el cineasta italiano hizo una de las cosas que mejor sabía hacer: provocar a la bienpensante burguesía italiana y, por extensión, europea, con una propuesta cinematográfica en la que se combinaban dos de los elementos centrales de su obra como artista: el erotismo y el marxismo.
Para realizar su versión cinematográfica de El Decamerón, Pasolini tomó, de entre los cien cuentos escritos por Boccaccio, nueve.
Al hablar de El Decamerón de Pasolini hay que resaltar que no todos los cuentos seleccionados por el artista italiano para realizar su película son cuentos eróticos. Están todos, eso sí, ambientados en la Italia del Renacimiento, y en todos ellos se sirve Pasolini de un sentido del humor muy personal para plasmar sus ideas. Pasolini, provocador nato, toma los grandes temas de El Decamerón de Boccaccio (la infidelidad, los engaños, el sexo, la religión, el amor…) para dejar su particular visión sobre ellos.
Con El Decamerón, Pasolini iniciaba una trilogía de obras a la que se ha dado el nombre de “Trilogía de la Vida” y que incluye, además de la adaptación de la obra de Boccaccio, Los cuentos de Canterbury, de Geoffrey Chaucer, y Las mil y una noches.