La bella Khaleesi
Penélope Cruz ya tiene heredera como “Mujer viva más sexy del mundo” según los lectores de la revista Esquire. Esa mujer es Emilia Clarke, la Daenerys Targaryen de la serie televisiva Juego de Tronos, la admirada Khaleesi de todos los amantes de la serie. Emilia Clarke es, según la publicación estadounidense, una mujer de acentuados contrastes. En ella se alían la dulzura y la fortaleza para dar como resultado una mujer de cautivadora belleza. En sus labios carnosos anida un innegable erotismo y en sus ojos verdosos anida la calma falsa de las mujeres que pueden convertirse en un pispás en puro arrebato y en deseo desbocado.
Según los redactores de Esquire, Emilia Clarke puede ser “amable y feroz, reina y hermana pequeña, estrella de cine y la vecina de al lado”. Nada en la belleza de Emilia Clarke parece sofisticado ni artificial y todo exhala en ella un aire de naturalidad que, al tiempo que enamora, invita a la concupiscencia más desatada. Y es que a la belleza le sienta bien el recato y esa especie de vergüenza o timidez que parece teñir los gestos y facciones de Emilia Clarke. En ella, la sensualidad se insinúa y, al insinuarse, triunfa sobre las sensualidades más evidentes y obvias de otras mujeres. A eso, sin duda, se le llama morbo. Morbo a raudales. Y nada mejor que la mirada de un gran fotógrafo para conseguir captar y ese morbo seductor y sensual.
Las imágenes que de Emilia Clarke ha captado el fotógrafo Vincent Peter son, desde luego, muy bellas. La actriz británica (que el pasado mayo cumplió 28 años) luce en ellas una belleza serena que alcanza su máxima expresión en su mirada soñadora y directa, en sus labios carnosos y entreabiertos y en ese pecho que uno imagina acogedor y dulce y que reposa sobre el lecho con un abandono sensual y cálido que invita a una larga velada de caricias y besos. Una simple gargantilla y una fina pulsera bastan en esa fotografía como únicos adornos para realzar una belleza que se hace especialmente natural en las cejas de la Clarke. Nada en el perfilado de esas cejas parece retocar su línea original, estirada y medianamente gruesa que tan bien enmarcan esos ojos entre desconfiados y soñadores, entre tiernos y turbios.
Esta nominación viene a sumarse a la que el año pasado ya efectuara la publicación AskMen cuando nombró a Emilia Clarke la mujer más deseada del mundo en 2014. GQ, por su parte, la había colocado también a la cabeza de su propio ranking. Ahora, con la nominación que Esquire ha hecho de ella, Emilia Clarke se suma a una lista que inaugurara en 2004 Angelina Jolie y en la que figuran nombres como Halle Berry (2008), Kate Beckinsale (2009), Minka Kelly (2010), https://www.girlsbcn.tv/rihanna-desnuda/ (2011), Charlize Theron (2007), Scarlett Johansson (2006 y 2013), Mila Kunis (2012) y Penélope Cruz (2014).
Sin duda, Emilia Clarke luce por méritos propios en esta lista. Hemos visto sus pechos desnudos en algún episodio de Juego de tronos y la hemos contemplado penetrada desde atrás en una escena en la que hemos sentido envidia del protagonista masculino que entraba una y otra vez en el cuerpo de Khaleesi. La actriz ha declarado en alguna ocasión que está en contra del abuso de las escenas de sexo en las series de televisión y en el cine. Según Emilia Clarke, gran parte de las escenas de sexo que aparecen en las series de televisión y en los estrenos cinematográficos son escenas gratuitas, sin justificación argumental y que sólo pretenden llamar la atención de la audiencia. Su postura en este aspecto es tan radical que, hace un par de año, incluyó una cláusula en su contrato. Según dicha cláusula, Emilia Clarke está exenta de rodar escenas en topless o desnuda en la serie. Cuando se incluye una escena en la que debe aparecer desnuda, la productora de la serie recurre a Rosie Mac, guapísima doble de la Clarke, que muestra lo que la actriz británica (que quiere ser recordada por sus interpretaciones y no por sus pechos) no desea mostrar.
Saber esto nos excita un poquito más. Como nos excita el hecho de que, autoanalizándose, Emilia Clarke se declare partidaria de lo sugerente y que achaque dicha elección a su educación británica y a la manera de ver las cosas en su cultura. Sabiendo como sabemos cuánto de hipocresía acostumbra a haber en ese pudor británico tan victoriano como falso, nos empecinamos en imaginar una Emilia Clarke íntimamente viciosa, pudorosamente guarra, morbosamente cachonda. Por eso nos felicitamos porque se la haya nombrado la mujer viva más sexy del mundo y, por supuesto, brindamos a su salud.
¡Ah!, y no muestres tus encantos en la pantalla si no lo deseas, Emilia Clarke, pero visítanos, aunque sea sólo en sueños, y muéstranoslos en privado. Los gozaremos como se merecen. Nada nos excita más, en estos días, que gozar de tu cuerpo, el cuerpo desnudo de Emilia Clarke. Gozándolo, nos convertiremos, sin duda, en los hombres vivos más envidiados del planeta. Aunque en Esquire se muestren reacios a declararnos como tales.