Erotismo de inspiración griega
Nuestra sociedad tiende a dárselas de tolerante. Nuestra sociedad tiende a dárselas de abierta. Nuestra sociedad tiende con demasiada frecuencia a mirar por encima del hombro a las sociedades que la precedieron, en especial cuando se trata de ensalzar nuestras costumbres y nuestra forma de ver el mundo en comparación con la que esas sociedades que nos precedieron tuvieron. Por eso, quizás, nos sorprende aún más el que una simple exposición de esculturas inspiradas en viejas cerámicas griegas hayan podido provocar tanta polémica en una ciudad como Valencia.
Estamos hablando de la exposición de una docena de esculturas expuestas en la Marina de Valencia, en los antiguos muelles de la ciudad. Inspiradas en viejas cerámicas griegas de contenido erótico, estas esculturas representan a diversas figuras humanas practicando distintas posturas eróticas. El autor de estas obras es el pintor y escultor alcoyano Antoni Miró (Alcoi, 1944). Miró, autor de una obra fundamentada en gran parte en la denuncia del sufrimiento humano, ha estado “vetado” públicamente durante los años en los que el Partido Popular gobernó en las diferentes administraciones de la Comunidad Valenciana. El tono reivindicativo de la obra del artista alcoyano no gustaba a las autoridades valencianas de esos años y éstas, en cierto modo, y debido al distanciamiento ideológico con él, condenaron a Antoni Miró al ostracismo.
La nueva Administración valenciana, comandada por el socialista Ximo Puig, ha ofrecido a Antoni Miró la oportunidad de exponer gran parte de su obra en La Base, una sala/nave de 1.900 metros cuadrados. Será en esa nave, en la que anteriormente se reparaban barcos, donde se exhibirán más de 150 obras de Antoni Miró.
Las esculturas eróticas de Antoni Miró ubicadas en el exterior de dicha nave son las que han originado la polémica. Elaboradas con planchas metálicas de gran tamaño, en estas esculturas se distinguen penes y testículos, así como genitales femeninos y escenas de penetración, masturbación, felaciones o sexo anal. Para muchas personas que han pasado por la zona, las esculturas eróticas de Antoni Miró son demasiado explícitas y demasiado visibles. En cualquier caso, algo que para esas personas no debería estar a la vista de los niños que pasean por la zona. Antoni Miró, por su parte, ha declarado que “a los niños que no tienen edad para entenderlo, no les interesan; y a los que ya tienen edad, por mucho que alguien intente evitarlo, lo van a ver aquí o en otros sitios porque les va a interesar”.
El comisario de la exposición, Fernando Castro, ha declarado por su parte (tal y como recogía el diario El País en su edición del día 18 del presente mes) que el paseo pareció un buen emplazamiento a los organizadores de la exposición porque “las esculturas están recortadas y a través de ella se ve el mar”. Según Fernando Castro, “el erotismo grecolatino plasma el deseo, la geometría moral y la desnudez como forma de armonizar con la naturaleza”. Por otro lado, apunta Castro, las esculturas eróticas de Antoni Miró tienen “un carácter más meditativo y espiritual que pornográfico”.
Antoni Miró, por su parte, sigue sin entender la polémica: “las esculturas”, afirma, “están inspiradas en los dibujos de la cerámica popular griega. No es que estuviera escondida, sino que hace 2.600 años era de uso cotidiano, diario”. Y ha remachado: “en algunos aspectos se ve que estaban más avanzados que ahora”.