Que el concepto de sensualidad y de erotismo ha ido cambiando a lo largo de la historia es algo que ya comentamos en nuestro anterior artículo, dedicado al erotismo de las Gibson Girls. Al final de aquel artículo, y tras destacar las características principales de aquel tipo de mujer, apuntábamos cómo poco a poco, y frente a la imagen prototípica de las Gibson Girls, se fue imponiendo un ideal de belleza y de erotismo que hizo que las mujeres plasmadas en los dibujos de Charles D. Gibson quedaran un poco demodés, esto es, un poco trasnochadas, un poco pasadas de moda. Ese ideal de belleza que, por decirlo de algún modo, jubiló al ideal de belleza simbolizado por las chicas Gibson estaba representado por un tipo de mujer que recibió el nombre de flapper.
La chica flapper fue la chica que, por imagen y actitud ante la vida, representaba todo el glamour de los años 20. Jóvenes, con faldas cortas, sin corsé… éstas eran algunas de las características estilísticas de las flappers, mujeres que, en múltiples sentidos, representaban un firme y total desafío a todo lo que, en el terreno femenino, se había considerado socialmente correcto hasta la fecha.
El término flapper es un término de dudosa etimología. Sí se sabe que se empezó a utilizar en Inglaterra. Hay quien dice que la palabra hace referencia al ruido que hacen las alas de una cría de ave cuando está aprendiendo a volar. Otros autores, por el contrario, sostienen que la palabra flapper guarda relación con el ondear (flap) de las coletas de las chicas jovencitas. En Estados Unidos, la palabra se relacionó primero con los zapatos de burdel de tacón alto y, después, directamente, con cualquier joven mujer que tuviera un carácter impetuoso y exaltado.
En 1920, Olive Thomas, una actriz de cine mudo que fallecería a la edad de 25 años a causa de la ingesta de una gran dosis de mercurio destinada a tratar la sífilis crónica de su marido, protagonizó el film The Flapper. Históricamente se entiende que en ese film, rodado apenas unos meses antes de su fallecimiento, Olive Thomas dejaba para la historia la imagen que iba a servir de modelo a las flappers, ese tipo de mujer que iba a causar furor en los años 20 y que se caracterizaban, aparte de por esas faldas cortas y esa falta de corsés de la que hemos hablado, por maquillarse bastante y por su corte de cabello estilo “bob cut”. Este corte de pelo, al que se llamaba también peinado de ¾, era un corte recto que se extendía hasta la altura de la mandíbula y que, comúnmente, iba acompañado de flequillo. La actriz Louise Brooks fue una de las mujeres famosas de la época que, con su imagen, popularizó el peinado “bob cut”. Éste, para lucir en todo su esplendor, debía realizarse sobre un cabello teñido de negro azabache o, contrastando con él, de rubio platino.
Otra de las características que servían para distinguir a las flappers de los prototipos de belleza femenina que habían triunfado en el pasado era su comportamiento. A las flappers les gustaba fumar, beber licores fuertes, conducir (la actriz Olive Thomas, sin ir más lejos, tuvo varios accidentes de circulación), acudir a los clubs de jazz y a los shows de vodevil. Autores como el escritor F. Scott Fitzgerald popularizaron en sus obras a este tipo de mujer que, en ocasiones, no hacía ascos ni a las relaciones sexuales esporádicas ni a consumir un tipo de droga que en aquellos tiempos y en determinados ambientes se puso muy de moda y que venía a ser una especie de distintivo glamouroso: la cocaína.
Las flappers, con sus vestidos sueltos con plumas y flecos, simbolizaban una nueva vida que pretendía ser más divertida y, sobre todo, mucho más libre. Ellas fueron las encargadas de realizar una especie de revolución en la historia del hacia dónde prestan su atención las masas (entendida como masa el grueso de la población) a la hora de fijar su vista más allá de los propios problemas personales. Hasta la aparición de las flappers, la referencia de las ideas de elegancia y glamour había ido asociada a la aristocracia. Con la llegada de las flappers, dicha referencia (en un mundo en el que el cine se estaba haciendo cada vez más popular) se desplazó hacia las celebrities. Las cantantes, las bailarinas, las actrices del cine mudo se convirtieron en el modelo de referencia.
Brillo y lentejuelas, collares de perlas y complementos para el pelo… todo eso era lo que adornaba la figura de la flapper y todo eso, en buena medida, era lo que reflejaban las creaciones de Coco Chanel, una de las grandes diseñadoras de moda de la historia y cuyo estilo, aún, sirve de inspiración a muchos creadores que, de un modo más o menos directo, representan lo que vendría a ser la evolución de las flappers.