El atractivo artístico del cabaret
El mundo del cabaret siempre ha atraído la mirada de los artistas. El colorido, el movimiento, la vida bohemia y desenfrenada, las pasiones a flor de piel… todos ellos son motivos más que suficientes como para atraer la mirada de los artistas plásticos que, de un modo u otro, han intentado plasmar todo ese ambiente un poco perdulario del cabaret, el music-hall o el burlesque. Para algunos de estos artistas ese ambiente se convirtió en el motivo principal de su obra. Eso sucedió, por ejemplo, con el famoso pintor francés Henri de Toulouse-Lautrec (1864-1901). De la pintura de Toulouse-Lautrec guardamos en nuestra retina imágenes de bailarinas de can-can, cabareteras y otros personajes propios de la noche parisina, del mítico Moulin Rouge y del barrio de Pigalle. Ubicado a los pies de Montmatre, Pigalle ha sido durante muchas décadas el barrio bohemio parisino por excelencia. De hecho, el cabaret sigue latiendo allí de una manera especial. Para constatarlo, basta con observar las fotografías que de una serie de drag queens tomó entre bastidores hace ya dos décadas la fotógrafa australiana Vee Speers.
Vee Speers ha sido, sin duda, una de las mejores artistas a la hora de plasmar el ambiente sensual y al mismo tiempo decadente de los cabarets y, sobre todo, de los viejos burdeles parisinos. En las fotografías de prostitutas de Vee Speers se entremezclan la sensualidad y la seducción para plasmar una imagen sugerentemente bella de mujeres que exhiben sus cuerpos convirtiéndolos, según palabras de la propia fotógrafa, en “chillonas baratijas en una tienda de segunda mano”.
El arte de Vee Speers a la hora de capturar la noche parisina es heredero del arte y la mirada del mítico Brassaï. Brassaï, pseudónimo de Gyulña Halász, fue un fotógrafo húngaro que en su momento fue llamado “el ojo de París”. Amigo de autores como Henry Miller, Brassaï capturó la noche parisina de las décadas 20 y 30 del siglo pasado como nadie, dando a sus imágenes un aire decadente y un poco melancólico. Vee Speers bebe de esas fuentes y añade a su visión su sensualidad femenina y un aliento mucho más poético y nostálgico que el que plasmara Brassaï. Los contornos muchas veces desenfocados, movidos o borrosos de las imágenes de Vee Speers ayudan sin duda a reforzar esa idea de melancolía decadentemente estilizada que transmiten sus imágenes.
Speers se declara idealista y romántica y, al fotografiar a las prostitutas parisinas, apuesta por acercarse al misterio de la seducción. Al capturar sus imágenes, Speers intenta borrar las fronteras entre lo que es real y lo que no lo es para, así, introducir en quien mira la fotografía la duda de si lo que contempla es ciertamente lo que aparenta ser o si es en verdad algo diferente. Así, el espectador de una fotografía de prostitutas de Vee Speers se pregunta si ciertamente son prostitutas las mujeres retratadas por la fotógrafa australiana o si, por el contrario, esa mujeres sensuales y procaces son modelos que han posado para figurar como tal. La imaginación, así, acaba desplazando a la percepción a un segundo plano.
Formada como estudiante de Bellas Artes y Fotografía en el Queensland College of Art de Brisbane y tras trabajar durante cinco años como fotógrafa para la cadena televisiva ABC de Sidney, Vee Speers se trasladó a París. Su idea era abrirse un hueco en el mundo de la cinematografía. No lo consiguió, y eso la empujó a trabajar como ayudantes de varios fotógrafos de moda.
Por suerte para todos los amantes de la fotografía erótica y sensual, Vee Speers no se conformó con seguir los caminos trillados de la moda y decidió fijar su mirada particular y personalísima en los ambientes cabareteros de Pigalle. En 1990, Speers se estableció en la Rue Saint Denis, en París, y allí ubicó su propio estudio, dedicándose a partir de entonces no sólo a la moda sino también a la fotografía artística. Dentro de ese trabajo artístico, la fotografía de burdeles y prostitutas ha adquirido por su calidad en su obra un peso fundamental.
Para elaborar esa fantástica serie fotográfica que es Bordello, the art of seduction, Vee Speers recurrió a una serie de técnicas manuales que acercan la fotografía a una textura casi pictórica. El llamado proceso de Fresson, un proceso de impresión fotográfica similar a la impresión al carbono y que se realiza recubriendo una capa de gelatina sensibilizada con dicromato y un pigmento negro que después se procesa con agua y serrín, fue el elegido por la fotógrafa australiana para esta colección. Con él, Vee Speers consiguió unas imágenes con mayor contraste y unos tonos que, al ser más enérgicos, aportaban mayor dramatismo a las imágenes. Aquí, en el blog de Girlsbcn.tv, puedes contemplar algunas de las más bellas fotografías de burdeles y prostitutas de Vee Speers. Todas ellas aparecieron editadas en un libro que fue prologado por Karl Lagerfeld.