Un nuevo arte para reproducir el cuerpo desnudo
Hemos venido dedicando en este blog diferentes artículos a algunos de los que han sido los más importantes fotógrafos eróticos del mundo. Hemos hablado aquí, entre otras, de las obras fotográficas de Robert Mapplethorpe, de Jan Saudek, de Andrew Lucas, de David Hamilton, de Bill Brandt, de Igor Koshelev o de Helmut Newton, entre otros.
Todos ellos, cada uno a su manera, han enriquecido el universo del desnudo fotográfico y han servido para dar continuidad a algo, la plasmación del desnudo, que aparece indisolublemente unido a la historia del arte en general y de la fotografía en particular.
Y es que la fotografía no pudo escapar tampoco, desde sus mismos orígenes, a la fascinación que siempre ha causado la desnudez humana. Ésta ya había sido plasmada en las cuevas prehistóricas y en múltiples muestras artísticas de las grandes civilizaciones antiguas. Los griegos, los romanos, los egipcios… todos ellos intentaron plasmar, de un modo u otro, la desnudez humana y la desnudez humana siguió formando parte de la historia del Arte, en especial a partir del Renacimiento, cuando los pintores y los escultores europeos echaron la vista atrás y, sobrevolando la negritud tantas veces censora de la Edad Media, volvieron a las fuentes clásicas y a sus temáticas.
La llegada de la fotografía supuso la llegada de un nuevo medio que podía servir para retratar el cuerpo desnudo. Antes de comprender que la fotografía ofrecía posibilidades técnicas que, por ejemplo, no ofrecía la pintura, los pioneros de la fotografía se sirvieron de la tradición europea de la pintura y trasladaron sus temas, sus composiciones y su forma de usar la iluminación a su trabajo fotográfico.
Los pioneros de la fotografía no tardaron sin embargo en comprobar que la cámara fotográfica no era un pincel y que, por tanto, podía ser utilizada de una manera completamente distinta a como habían utilizado el pincel los pintores de desnudos. Para empezar, la fotografía permitía capturar una escena de manera instantánea o, por el contrario, componerla previamente a la apertura del obturador. Estas dos formas determinarían, en el futuro, dos formas diferentes de enfrentar la fotografía de desnudos.
El desnudo fotográfico, un lucrativo negocio
En los inicios de la fotografía, la fotografía de desnudos tuvo que luchar contra un problema técnico derivado de la propia bisoñez de la técnica fotográfica. La técnica creada por Louis Daguerre (1787-1851) exigía unos tiempos de exposición demasiado largos como para permitir que una modelo posara ante la cámara sin moverse durante todo el proceso de realización de la fotografía. Así, la primera fotografía de desnudo que Daguerre realizó no fue tanto la fotografía de una mujer de carne y hueso desnuda como la fotografía de una estatua que representaba a una mujer desnuda. En sentido estricto, pues, dicha fotografía de Daguerre no debería ser considerado exactamente un desnudo fotográfico.
Las mejoras de las lentes y de los productos químicos permitieron, ya entrados en la década de los cuarenta del siglo XIX, la reducción de los tiempos de exposición. Esto, sin duda, abría nuevas posibilidades a la hora de realizar retratos y, por tanto, fotografías de desnudos. Al mismo tiempo apareció la cámara esteroscópica. Gracias a esta cámara podía crearse la ilusión óptica de imágenes tridimensionales, algo que podría resultar especialmente interesante cuando lo que se mostraba en la fotografía era un cuerpo desnudo.
Dos de los grandes apasionados de la cámara esteroscópica fueron Felix Jacques Moulin (1800-1868) y Auguste Belloc, que fue fotógrafo entre 1850 y 1868. Moulin y Belloc pueden ser considerados los dos primeros fotógrafos que convirtieron la fotografía de desnudos o, si lo queremos, la fotografía erótica, en parte fundamental de su quehacer artístico. Moulin y Belloc realizaron desnudos académicos pero también desnudos que, con claras connotaciones e influencias pictóricas, simulaban obras de arte famosas. En algunos casos, incluso, las fotografías de desnudos de Moulin y Belloc llegaban a rozar la pornografía.
Moulin y Belloc, junto a otros fotógrafos y gracias a la nueva técnica, introdujeron una connotación claramente sexual en los desnudos fotográficos. Se rompía así con la tradición pictórica que, durante siglos, había mostrado la desnudez del cuerpo humano dentro de escenas mitológicas, alegóricas y, en algunos casos, religiosas.
La nueva fotografía de desnudos, sin embargo, se vio condenada a desarrollarse prácticamente en la clandestinidad. La moral imperante consideraba la fotografía de desnudos algo inmoral y obsceno. Sin ir más lejos, F.J. Moulin sufrió un mes de prisión en 1851 por producir daguerrotipos que, según la Corte de Napoleón III, eran indescriptiblemente obscenos. Así, quien quería disfrutar de la revolucionaria fotografía de desnudos debía hacerlo en privado y por dicho motivo, como acostumbra a suceder con todo lo que solamente puede disfrutarse en la clandestinidad, el desnudo fotográfico se convirtió en algo muy lucrativo.
Los autores, anónimos, se servían de prostitutas, bailarinas y, en menor medida, de jóvenes anónimas para que, a cambio de dinero, ejercieran de modelos para protagonizar postales que, rápidamente, empezaron a ponerse de moda entre caballeros de la alta y la media burguesía y de las clases más pudientes de la sociedad.
El desnudo fotográfico científico
La popularidad de los desnudos fotográficos fue aumentando y, así, fueron varios los fotógrafos que, aun amparándose en el anonimato, intentaron que las fotografías de desnudos fueran consideradas, de alguna manera, piezas de un estudio científico-anatómico. En algunos casos, estas fotografías sí estaban relacionadas directamente, y pese a un cierto regusto artístico, con diferentes estudios científicos. Entre esas fotografías destacan, por ejemplo, las realizadas en algunas ocasiones por el norteamericano Eadweard Muygridge y el francés Etienne-Jules Marey. A estos fotógrafos les atraían los experimentos basados en el empleo de la cronografía. Por cronografía se conoce a un conjunto de fotografías de un objeto en movimiento a intervalos regulares. Esto, en el caso de los cuerpos desnudos, podía servir para estudiar cómo se mueven las personas, cómo se desplazan, qué posturas adoptan al hacerlo.
La fotografía también resultó de gran utilidad en el terreno de la antropología. Algunos científicos se sirvieron de la fotografía para dejar constancia del estado de semidesnudez en que vivían algunas tribus africanas. En algunos casos, sin embargo, la fotografía de esas “exóticas” mujeres que mostraban sus pechos sin recato alguno servían no tanto para dejar constancia de un modo de vida como para plasmar las fantasías de los fotógrafos que captaban aquellas imágenes. Rudolf Lehnert (1878-1978) y Erns Landrock (1878-166) serían dos de estos fotógrafos. Asociados, Lehnert y Landrock acabaron montando un negocio en El Cairo en el que se vendían postales en muchas de las cuales aparecían chicas semidesnudas. En este post puedes contemplar algunas de esas fotografías realizadas en Túnez.
La llegada del papel
El daguerrotipo tuvo que enfrentarse a un duro competidor cuando se perfeccionó la técnica del negativo en placa de vidrio y se perfeccionó la técnica en papel. El abaratamiento de los costes de impresión permitió que el desnudo fotográfico empezara a producirse en masa.
A finales de siglo, la fotografía erótica saltó el canal de la Mancha y llegó a Gran Bretaña, donde se instaló un modelo de explotación según el cual los clientes recibían imágenes erótico-pornográficas por suscripción. Este sistema casi industrial de producción fotográfica de desnudos fotográficos jugó en contra de la sensualidad de los mismos y las postales perdieron parte de su encanto erótico y de su sutileza al sugerir para convertirse en una especie de pornografía más o menos estilosa.
Por suerte para el desnudo fotográfico, una serie de fotógrafos intentaron dar una intención pictórica a sus fotografías de desnudos. Entre esos fotógrafos encontramos a Robert Demachy y a Alfred Stieglitz. El trabajo de estos y de otros fotógrafos eróticos permitió que algunas fotografías de desnudos empezaran a poder verse contempladas en los museos. Ellos fueron los precursores directos de obras fotográficas como las de, por ejemplo, Jan Saudek o Helmut Newton, sólo por nombrar a dos de los más famosos.