Coloreando las pasiones más turbias
Mañana, 13 de mayo, cumplirá ochenta años quien pasa por ser unos de los más grandes y personales autores de fotografía erótica del mundo: el checo Jan Saudek. Dicha efemérides debería servirnos para hacer un hueco en nuestra jornada y, con los ojos dispuestos a la percepción de la belleza, recrearnos en la contemplación de algunas de las obras de uno de esos fotógrafos cuya obra, de puro personal, es fácilmente reconocible.
Dicho tiempo de contemplación nos permitirá adentrarnos en un mundo en el que el sexo, la lujuria y el deseo cohabitan con la presencia siempre palpable de la soledad, la desesperación, el tiempo o la muerte, que acaban tiñéndolo todo con una pátina coloreada que tan pronto tiene resonancias irónicas como transmite el desencanto pesimista y compasivo de este genial fotógrafo checo.
Quince años tenía Jan Saudek cuando le regalaron su primera cámara fotográfica. Dicha cámara era una Kodak Baby Brownie. De ella dijo Saudek: “lo único que se puede hacer con esta cámara es cargar la película, apretar el botón y hacer la foto; y eso es exactamente lo que he hecho hasta 1963”. Esa fecha, la de 1963, fue la que determinó el futuro de Saudek. Fue en ese año, tras caer en sus manos el libro Family of Man, de Edward Steichen, cuando tomó la decisión de convertirse en fotógrafo. Le había costado algunos años recuperarse de la decepción que las palabras del médico de su familia le habían ocasionado. Esas palabras habían sido especialmente críticas con las fotografía coloreadas que su familia había enseñado al médico “profeta”. Este médico tachó las imágenes de kitsch y la técnica del coloreado de fotografías de pasada de moda. Sin duda, el tiempo se encargaría de teñir con una capa de gran ironía esas palabras, ya que sería precisamente esa técnica, aplicada a sus fotografías eróticas, la que daría un lugar en la historia de la fotografía erótica a Jan Saudek.
Para eso, sin embargo, deberían pasar muchos años de trabajo. Durante todos estos años se fue forjando un modo de trabajar. En éste, la captación del momento justo no es tan importante como la composición previa de una imagen. Así, Saudek actúa como un pintor que meditara y planificara las imágenes que va a representar. Como escenario de gran parte de ellas le sirve un pequeño sótano húmedo y lleno de desconchones en sus paredes de su casa. Ahí, en ese sótano, Saudek creará su propio universo erótico. El erotismo de Saudek es un erotismo descarnado. En él no hay subterfugios y la mirada de Jan Saudek es una mirada única e irrepetible. No puede encontrarse en ese momento nada igual en el panorama de la fotografía erótica internacional. Sus cuerpos no son bellos. No hay modelos de proporciones canónicas en su fotografía, pero sí cuerpos reales que transmiten la realidad de sus angustias y sus ansias.
La fotografía de Saudek no tenía nada que ver con la fotografía oficial publicitada y defendida por el órgano comunista de su país. De hecho, hasta 1984 las autoridades de su país no le permitieron abandonar la fábrica en la que trabajaba y adquirir lo que, de una manera oficial, era entendida como la categoría de artista. A partir de ese momento le llegarían todos los reconocimientos. En 1990 sería nombrado Caballero de las Artes y las Letras por el Ministerio de Cultura de Francia. En 2006 recibiría, junto al escritor Milan Kundera y al también escritor y dramaturgo Vladimir Körner, en su propio país, el Premio Artis Bohemiae Amicis.
En la actualidad, el de Jan Saudek es uno de los nombres imprescindibles de la fotografía erótica de todos los tiempos. Desde esta página en la que pretendemos dar cuenta de todas aquellas manifestaciones culturales y artísticas que tengan que ver con el erotismo brindamos por los ochenta años de este magnífico y turbiamente sugerente fotógrafo erótico checo mientras nos deleitamos en la contemplación de algunas de sus más impactantes, sugerentes y turbiamente bellas creaciones.