Curvas de infarto
No sabes cuánta falta nos hacías, Kim Kardashian. Hartos de bellezones escuálidas, cansados de tantos cuerpos Danone, hastiados de la linealidad casi masculina de tantas y tantas modelos como nos muestran revistas y carteles publicitarios, llegaron tus curvas para hacernos sentir, de nuevo, el vértigo de lo exuberantemente femenino. Pechos enormes, culo de impacto, facciones grandes, piel morena de descendiente de armenios… no hay en tu cuerpo un centímetro de piel que no invite a la sexualidad.
Imaginamos a Kim Kardashian desnuda y pensamos en un territorio que hay que conquistar con esfuerzo. Por los rincones de tu cuerpo, Kim, no puede aventurarse cualquiera. Tu cuerpo no está hecho para intentonas sexuales de aprendices de amantes. Tu exuberancia, Kim, puede acongojar a neófitos e inseguros. Tu cuerpo, Kim, exige aventureros experimentados, gente bregada en los asuntos del sexo. Queremos creer que somos así. Sólo así, creyéndonos amantes superdotados, podremos atrevernos a imaginarnos protagonistas de una tórrida noche de amor junto a ti.
Y es que imaginamos a Kim Kardashian follando y pensamos inevitablemente en una especie de volcán en erupción. Te dibujamos en nuestros sueños, Kim Kardashian, sentada sobre nosotros, cabalgándonos. Te soñamos cimbreando la cintura mientras tus pechos bailotean sobre nuestro rostro reclamando nuestros besos, el roce de nuestros labios en tus pezones y la caricia ansiosa y admirativa de nuestras manos. Trémulas, ellas apenas alcanzan a abarcar tanta exuberancia como esas tetas desparraman ante nuestros ojos extasiados.
Se nos pierden las caricias por tu cintura, Kim, por la mata asilvestrada de tu pelo, por tus nalgas inabarcables, por esa entrepierna que tapas pudorosamente en alguna de tus fotos, como si con el gesto púdico de ocultar tu pubis pudieras borrar de un plumazo la cachondez en que nos sumes cuando te nos muestras, sugerente y excitante, Kim Kardashian surgida de un cuento de Las Mil y Una Noches, Sherezade de nuestras pajas más secretas.
El show de Kim Kardashian
Nos sedujiste desde que te vimos aparecer en el papel couché de la mano de Paris Hilton. Supiste amortizar su amistad y aprendiste a volar sola en el mundo del show business. Protagonizaste junto a tu familia un programa de telerrealidad (Keeping Up whit the Kardashians) que lleva ya más de ocho temporadas en antena, lanzaste tu propia línea de perfume, tu línea de joyería, tu línea de bronceadores, tu línea de ropa… Parece que tu olfato para los negocios es insaciable y que te gusta compartir tus aventuras empresariales con tus hermanas Kourtney y Khloé. Vamos aprendiendo todo eso poco a poco, informándonos sobre ti en los ratos libres que nos deja el embeleso de contemplar tu cuerpo explosivo e incendiario.
Si fueras chicas de barrio, ¿cuántos piropos no te llegarían desde los andamios y las obras, Kim Kardashian?, ¿cuántos jubilados no echarían mano a la pastilla sublingual cuando te vieran atravesar la plaza dejando de tras de ti la estela sensual y casi mareante del vaivén de tus caderas?
Miramos tu culo monumental, Kim Kardashian, y, abandonados definitivamente al oleaje caprichoso de nuestra imaginación, soñamos con ese momento en el que, puesta a cuatro patas, nos lo ofreces para que lo degustemos con las ansias ardientes de nuestra lengua. Hazlo, Kim Kardashian, no te cortes, ofrécenoslo; pon ante nuestros ojos la ofrenda escandalosa de tu grupa. Hazlo, que nuestra lengua ya sabrá, borracha de deseo, abrirse paso entre esas nalgas ciclópeas. Ella sabrá encontrar el tesoro escondido. Ella lo masajeará lentamente. Ella lo relajará para que después nuestro deseo se hunda en él olvidando los temores y el vértigo que tus curvas puedan hacernos sentir. Hazlo y aprovéchate de nuestro deseo, Kim Kardashian. Siéntelo dentro de ti. ¿Quién mejor que tú para saciar nuestras ganas de sexo anal? ¿Qué mejor culo para vaciarse que esas posaderas tuyas, rotundas y espléndidas, conjunción perfecta de la carne y la esfera?
Nos acariciamos pensando en ese momento que sabemos imposible. Nos masturbamos soñándolo. Y asumimos que está escrito que unos chicos de barrio como nosotros no podrán nunca saciar sus ganas de sexo anal en las honduras profundísimas de tu culo. Pero nos resistimos a dejarnos vencer por el desánimo y buscamos quien te sustituya, Kim Kardashian. Sabemos que hay mujeres como tú, mujeres de nalgas poderosas y pechos opulentos, dispuestas a rendir sus rincones más secretos a la curiosidad exploradora y educada de nuestro deseo.
Esas mujeres, expertas y sabias, jocosas y dulces, escorts experimentadas, prostitutas de lujo, están ahí, a un clic de ordenador, prestas a mostrarnos sus encantos y su número de teléfono. Esas mujeres sabias esperan nuestra llamada. De hecho, son tan sabias que no sentirán celos ni resentimiento alguno cuando, hundidos en ellas, ciegos de placer, cerremos los ojos para soñar contigo, Kim Kardashian, y con todos esos rincones paradisíacos que intuimos en tu cuerpo cuando, como ahora, miramos tus fotos más calientes.