Italiana y carnal
Se podrían contar mil y una historias sobre cómo el ser un mito erótico pesa y ha pesado sobre la mentalidad de personas no preparadas psicológicamente para soportar dicha carga. El caso más ejemplar y casi prototípico en este aspecto es el de la siempre eterna Marilyn Monroe. Pero el caso de Marilyn no es el único. Hace apenas unos días, el pasado 22 de junio, fue hallada muerta por la mujer de la limpieza en su domicilio en la localidad italiana de Ladispoli, cerca de Roma, quien fue sin duda el principal mito erótico del cine italiano de los años 70: Laura Antonelli, una mujer frágil que, en cierta ocasión, declaró que uno de sus principales deseos era “ser olvidada”.
Ese anhelo de olvido adquiere especial dramatismo en los labios de una bella mujer de mirada triste y que había atraído la atención de directores de la altura de Luchino Visconti, Federico Fellini, Claude Chabrol, Dino Risi o Ettore Scola. Todos esos directores siguieron de un modo u otro la estela que había señalado Salvatore Samperi al elegir a Laura Antonelli como protagonista femenina de Malizia. En ese largometraje, Laura Antonelli representaba el papel de una asistenta del hogar que hacía perder la cabeza al dueño de la casa en la que trabajaba. La historia estaba ambientada en la Sicilia de mediados de los años 50 y Laura Antonelli representaba el papel de una mujer sensual y provocativa.
Ese papel marcadamente erótico interpretado por Laura Antonelli en Malizia no sólo la hizo merecedora de un premio concedido por la prensa especializada italiana, también marcó definitivamente su carrera profesional. Junto a compañeros de reparto como Marcello Mastroianni, Alberto Sordi, Vittorio Gassman o Jean Paul Belmondo, Laura Antonelli protagonizó o participó en películas como Me gusta mi cuñada, Divina criatura, Satiricón, Entre el amor y la muerte, A su excelencia le gustan las mujeres, La veneciana, El inocente, Pasión de amor, Sexualmente hablando o Doctor Casanova. En esta última, Laura Antonelli compartió protagonismo con el actor francés Jean Paul Belmondo, quien se convirtió en su pareja sentimental durante 17 años.
La carrera profesional de un mito erótico como Laura Antonelli no fue demasiado larga. Su carrera empezó a declinar rápidamente. La que fue mito erótico de los 70 empezó a ver cómo iba perdiendo cartel conforme avanzaban los 80. Esa continua y progresiva mengua de su prestigio conducía directamente a lo que iba a ser su particular infierno de los 90. En 1991 la policía encontró cocaína en su domicilio. Eran 36 gramos la cantidad encontrada y Laura Antonelli, tras ser detenida y pasar seis días en prisión, tuvo que pasar varios meses de arresto domiciliario por posesión y tráfico de drogas.
Al poco tiempo de ese mazazo recibió el segundo. Salvatore Samperi, que había sido su director en Malizia, le propuso hacer la secuela del film. Laura Antonelli, para intentar borrar las huellas que la edad iba dejando en su rostro, y atendiendo a las sugerencias del equipo de producción de la película, acudió a un centro de estética para que inyectaran colágeno en su rostro. ¿El objetivo? Borrar las arrugas. ¿El resultado? Una reacción alérgica que provocó la hinchazón y deformación de su rostro, que quedó desfigurado y convertido en algo que apenas tenía que ver con la belleza que lo había caracterizado.
Los problemas policiales, sentimentales y de salud se aliaron para desestabilizar psicológicamente a una mujer que entraba en la cincuentena (Laura Antonelli nació el 28 de noviembre de 1941 en Pula, un pueblo de la actual Croacia que entonces pertenecía a Italia) sumida en una profunda depresión. De poco serviría que finalmente la Justicia italiana, y tras un largo tiempo de apelaciones, le diera la razón y declarara como inadecuada su detención y arresto de 1991. Con dicha declaración se consideraba que la cantidad de cocaína encontrada en casa de la actriz estaba destinada al uso personal y se indemnizaba a Laura Antonelli con una cifra que superaba los cien mil euros, pero la psicología de la actriz italiana estaba ya arrasada y tuvo que ser ingresada durante un tiempo en una clínica psiquiátrica de Civitavecchia. ¿Los motivos? La actriz padecía “delirios de contenido místico y alucinaciones auditivas”.
Que nunca volvería a ser la misma es algo que puede imaginarse. Llegó a vivir prácticamente en la indigencia. De hecho, Lino Banfi, un actor que había protagonizado junto a ella alguna de aquellas películas picaronas que la convirtieron en mito sexual, y tras visitarla en su domicilio tras mucho tiempo sin verla, publicó una carta en el Corriere della Sera solicitando ayuda para ella al gobierno italiano. El gobierno Berlusconi reaccionó positivamente, pero la actriz, tras agradecer el acto de Banfi, solicitó lo que se ha indicado al inicio de este artículo y lo hizo con las siguientes palabras: “lo que de verdad quiero es que todos me olviden”.
Quizás con algo más de tiempo lo consiga. De momento, y durante unos días, la que fue mito erótico del cine italiano durante los años setenta, Laura Antonelli, seguirá ocupando un rinconcito en los medios de comunicación. Ellos seguirán recordándola bella y carnal, seductora y erótica, mito erótico que acabó convertida en algo así como un juguete roto, la sombra abotargada y cansada del resplandor que un día fue.