Todos pudimos ser tú, Benigno Martín-Javier Cámara. El delito es el delito. No tiene justificación y es execrable. Pero… ¿quién pone la mano en el fuego y afirma sin miedo a equivocarse que después de estar durante cuatro años cuidando a Leonor Watling desnuda, masajeándola, poniéndole crema, observándola esplendorosa y bella, femenina y carnal, sobre una cama hospitalaria, uno no cae en la tentación de darse un homenaje con ella?
Lo hace Cámara en Hable con ella, atendiendo al guión de Pedro Almodóvar, y quizás, quién sabe, lo harían muchos hombres saltándose el guión de la ley y subyugados por la belleza de Leonor Watling en bolas. Aunque supiesen que está en coma, como figura estarlo en esa escena. Pero la tentación, la verdadera tentación, la que puede compararse a la manzana de Eva, sólo tiene grandeza cuando consigue que los hombres caigan en ella saltando por encima de prohibiciones bíblicas.
En este artículo queremos rendir homenaje a esa bella mujer que es Leonor Watling y lo haremos repasando su biografía personal y profesional y, también, cómo no, realizando una encendida alabanza de su belleza y sensualidad. Y es que las mujeres como ellas, que suman a la belleza natural una inteligencia que la hace brillar con luz propia en cualquier entrevista, nos vuelven locos de remate, nos apasionan y nos hacen soñar fantasías imposibles. Pero para eso son los sueños, para dejar que nos conduzcan a un mundo en el que resulta posible hasta follar con Leonor Watling.
Carrera como actriz de Leonor Watling
Leonor Elizabeth Ceballos Watling, nacida el 28 de julio de 1975 en Madrid, es una destacada actriz y cantante hija de padre gaditano y madre británica que ha dejado una huella imborrable en el mundo del cine y la música. Desde muy joven, Watling mostró un gran interés por las artes, lo que la llevó a estudiar en el prestigioso Colegio del Sagrado Corazón en su ciudad natal. A lo largo de su carrera, ha conseguido consolidarse como una de las figuras más queridas y respetadas del panorama artístico español.
En sus años de infancia, Leonor soñaba con ser bailarina. Una lesión de rodilla cuando era sólo una niña la obligó a desistir de ese sueño. Fue entonces cuando hizo sus pinitos en el teatro. Antes de trasladarse a Londres a estudiar en el Actor’s Center ya había debutado en el cine en 1993 con la película Jardines colgantes.
Fueron esos años de participar en series de televisión como Hermanos de leche, Farmacia de guardia o Raquel busca su sitio. En 1998 fue candidata al Goya a la mejor actriz tras protagonizar la película de Antonio Mercero La hora de los valientes. La suerte le fue esquiva, pues la ganadora del Goya en esa edición fue Penélope Cruz.
En 2001, los espectadores de las salas cinematográficas españolas tuvieron por vez primera la fortuna de ver las tetas de Leonor Watling. Fue en la película Son de mar, dirigida por el director barcelonés Bigas Luna. Luna, que nunca perdió la ocasión de rendir homenaje en su obra cinematográfica al pecho femenino (incluso tituló una de sus creaciones con el significativo título de La teta y la luna), escogió a la actriz madrileña como protagonista femenina de la citada película, que está basada en la novela del escritor y periodista valenciano Manuel Vicent. En esa película vimos a Leonor Watling follando con Jordi Mollà y vimos la lengua de Mollà lamiendo con delectación uno de los pezones de la madrileña.
Y si 2001 fue el año en el que todos pudimos ver por vez primera y en pantalla grande los pechos de Leonor Watling, 2002 fue aquél en el que la carrera de la actriz madrileña dio un salto sustancial hacia delante. Primeramente, protagonizó la película Deseo, dirigida por Gerardo Vera. Ese mismo año se convirtió en la protagonista de una de las películas más exitosas del director manchego Pedro Almodóvar, la ya citada al inicio de este artículo Hable con ella.
Tras Hable con ella son muchos los films en los que ha participado la madrileña. El listado podría ser casi inacabable, pero vamos a citar, por ejemplo, algunas de las más famosas. Entre ellas encontraríamos La mala educación (también de Almodóvar), Tirante el Blanco (dirigida por Vicente Aranda), La vida secreta de las palabras, de Isabel Coixet, con la que repitió en Mi otro yo, y Los crímenes de Oxford, de Álex de la Iglesia.
Como vemos, Watling ha trabajado en películas de algunos de los más importantes directores de cine españoles. No en vano, la artista madrileña ha sido una presencia habitual en producciones cinematográficas españolas. Su talento actoral le ha valido múltiples premios y nominaciones, incluida la Medalla de Oro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España.
En la última edición de los Premios Goya, Watling se ha encargado de copresentar la gala junto a la también actriz Maribel Verdú.
Marlango: Leonor Watling más allá del cine
La pasión de Leonor Watling no se limita solo a la actuación. En 2002, fundó, junto al músico cántabro Alejandro Pelayo (y pareja suya en aquellos años) el grupo musical Marlango, que mezcla géneros como el jazz, el pop y el rock. El grupo, del que es vocalista y compositora, ha lanzado varios álbumes que han sido muy bien recibidos por la crítica y el público. El primero de ellos tenía el título del grupo y contó con la colaboración del trompetista neoyorquino Óscar Ybarra.
Watling, que ha comentado en alguna entrevista que la música le gusta por su carencia absoluta de intelectualidad y porque permite el directo y la adrenalina de los conciertos, donde se actúa sin llevar la máscara de la interpretación, ha combinado durante todos los años de existencia de Marlango su voz única y su habilidad para escribir letras emotivas, lo que ha permitido colocar al grupo entre los grupos referentes de la música española contemporánea.
La pasión de Watling por la música en directo le ha permitido también en los últimos tiempos realizar actuaciones en solitario lejos del paraguas de Marlango. El último de ellos ha sido el cantar con el músico, compositor, intérprete y productor estadounidense ganador del Grammy Latino Leo Sidran. A finales del pasado año, Watling cantó canciones de Sidran en el Café Berlín de Madrid.
A lo largo de los años, además de su carrera artística, Leonor Watling ha sido una defensora activa de diversas causas sociales. Ha colaborado con organizaciones benéficas que luchan contra el cáncer, la violencia de género y por los derechos de los animales, utilizando su plataforma para generar conciencia y apoyo para estas causas.
En el ámbito personal, Watling es conocida por su discreción y su preferencia por mantener su vida privada alejada de los focos. A pesar de su fama, ha logrado mantener un equilibrio entre su carrera y su vida personal, valorando cada momento con su familia y amigos. Desde 2006, Watling comparte su vida con el cantautor uruguayo Jorge Drexler. Con él tiene dos hijos, Luca y Leah, nacidos en 2009 y 2011, respectivamente. Que hayan podido mantener su vida familiar alejada del foco mediático da cuenta de hasta qué punto esta pareja de artistas priorizan la normalidad y la privacidad en la crianza de sus hijos.
Vistos sus logros profesionales y vitales, ha llegado la hora de dejarnos ir y de alabar la belleza de esta casi cincuentona tal y como se merece. Y es que una buena MILF (y ésta lo es) no sólo es una fiesta para la vista. También lo es para el alma.
Leonor Watling desnuda y follando
Que la edad no siempre importa nos lo recuerda sin necesidad de muchas explicaciones el cuerpo rotundamente femenino, carnal y atractivo de Leonor Watling. Lo sigue haciendo cuando la actriz está a punto de entrar en la cincuentena y lo hace transmitiendo la imagen de lo que es: una mujer guapa y sensual, sí, pero también claramente inteligente, con las ideas muy claras y muy desinhibida. Lo demostró recientemente en La Revuelta, el programa presentado por David Broncano. Ahí, Leonor volvió a hacerlo. Volvió a encandilarnos con su frescura, a enamorarnos con su sonrisa y a ponernos absolutamente cachondos y nostálgicos.
Volvimos de nuevo a nuestros recuerdos y al impacto cuando vimos a esta bella mujer en Son de mar, la película del siempre añorado Bigas Luna. Algunas de las imágenes de ese film no se han podido borrar de nuestra memoria, pese al paso de los años. ¿Cómo resistirse, por ejemplo, a la propuesta impúdica y lúbrica de Leonor cuando, vestida con un fresquísimo vestido rojo, se baja las bragas y se tumba en la cama, abriéndose de piernas? No se resiste Mollà, que besa sus pechos y se regala una excursión por el cuerpo de esta bendita hembra, y no lo haríamos nosotros, que sucumbiríamos sin duda a tanta femineidad y a tantos encantos como ese cuerpo atesora.
¿Cuántos besos no dejaríamos, por ejemplo, en ese lunar que, junto a su axila derecha, marca el punto de arranque de su seno? ¿Cuántos no dejaríamos sobre el que adorna su pecho izquierdo? Pero no sólo en ellos nos detendríamos. Vemos el culo de Leonor Watling en Los crímenes de Oxford y nuestra imaginación se pierde en un bosque de caricias. ¡Qué encantadoramente familiar y cercana se nos muestra Leonor en esa imagen! Está en la cocina, con su delantal azul claro, desnuda, escurriendo unos espaguetis que ofrecerá a Elijah Wood (el Frodo de El Señor de los Anillos), y nosotros queremos ser los destinatarios de ese plato de espaguetis. Los vemos, vemos el trasero de Leonor Watling, vemos el perfil maravilloso de sus tetas, y queremos sustituir ese plato por su cuerpo, darnos un atracón de él. Nos enamoran sus curvas. Nos enamora el brillo de su mirada. Nos enamora su rostro fresco y despejado. Nos enamora el verla caminar, con su bikini rosa, sobre la cubierta de un velero. O el contemplarla luciendo modelos en un reportaje fotográfico de una revista cualquiera.
La belleza de la actriz y cantante madrileña es una belleza cercana, una belleza de chica de barrio, una hermosura desprovista de la artificiosidad de las divas y de la aparatosidad un tanto acojonadora de los bellezones de relumbrón. Ella podría ser, por ejemplo y con muchísima suerte, nuestra vecina del quinto. Llevamos años viéndola salir del ascensor y, aunque ya empezamos a apreciar en ella las huellas del tiempo, seguimos deseándola como la deseamos el primer día que la vimos. Con ella iríamos al cine, a cenar, a pasar un fin de semana en una casa rural, a pedir una hipoteca, a comprar muebles, a presentarla a la familia en las reuniones familiares. ¡Qué novia más guapa te has echado!, nos dirían nuestros tíos, y ella sonreiría educadísima y radiante, cercana y sensible, atractiva y lista. Y nosotros la miraríamos y, al mirarla, desearíamos que esa reunión acabase cuanto antes para poder salir de ahí, estar a solas con ella, pedirle matrimonio y, con un poco de suerte, volverla a ver como la vimos hace sólo unas horas, desnuda, a horcajadas sobre nosotros, follándonos con una sonrisa resplandeciente en los labios y la mirada luminosa y enfebrecida de la pasión.
Después, cuando la vemos salir de la portería, volvemos a la realidad. Y la realidad es la de su ya larga relación con el cantautor uruguayo Jorge Drexler y la de los dos hijos que tiene con él. La decepción, entonces, se apodera de nosotros. La ilusión se esfuma y un regustillo a fracaso se apodera de nosotros. Pero lo que se resiste a abandonarnos es el calentón que Leonor nos ha dejado en la entrepierna. Todo lo que hemos imaginado hacer con ella, sin embargo, se difumina en el aire: las mamadas de escándalo, el contacto de sus tetas grandes y hermosas en la cara, su cuerpo cabalgando sobre el nuestro… Es entonces cuando debemos echar mano (y nunca mejor dicho) de la imaginación para paliar los efectos devastadores de la desilusión. Lo haremos contemplando algunas fotos de Leonor Watling como éstas que te dejamos aquí: