El encanto de las playmates
¿Cuántas pajas no tenemos que agradecerte, Hugh Hefner? ¿Cuántas veces no nos la hemos pelado contemplado la fotografía de cualquiera de esas señoritas que, desde enero de 1954 y mensualmente, protagonizan algunas páginas y el póster central de esa maravillosa revista que, en octubre de 1953, y con unas sugerentes fotografías de Marilyn Monroe, tú lanzaste al mercado por vez primera?
Cuando hablamos de esas pajas, cuando nos recreamos en el recuerdo de esas maravillosas gayolas, cuando nos extasiamos recuperando la excitación casi adolescente de aquellas siestas veraniegas en las que nos la meneábamos hasta dejar nuestros huevos más exprimidos que una uva pasa, hablamos de Playboy y hablamos de las playmates, esas chicas del mes que, desde entonces, han ido apareciendo en las páginas de tu mítica revista mostrándonos sus encantos y con las que hemos soñado polvos increíbles mientras nos la cascábamos dejando volar nuestra imaginación, que nunca fue cicatera a la hora de imaginar posturas, encuentros y sabores vaginales.
¿Qué hombre de nuestro tiempo no ha tenido un Playboy en sus manos mientras con la otra acariciaba e intentaba extraer todo su jugo a la excitada y endurecida carne de su pene, polla, minga, rabo, picha, mango, verga o como quieras llamar a ese puñetero apéndice que todos sabemos que, como poco, mide unos veinte centímetros y cuyas ansias de satisfacción tantos quebraderos de cabeza nos ha dado a lo largo de la vida? Coños rasurados y peludos, tetas ciclópeas o recogiditas, pieles blancas o broncíneas, culos todos ellos exigiendo una dosis urgente e inaplazable de sodomía más o menos fiera… Todo ello hemos visto en las páginas de tu revista, Hef, y todo ello nos ha servido para ambientar nuestras mejores pajas.
Tantas han sido las gayolas que nos hemos hecho contemplando los cuerpos morbosos, excitantes y hambrientos de follada de tus playmates que incluso llegó el momento en que llegamos a pensar que ya nada volvería a ser igual, que ya nunca volveríamos a sentir esa urgencia de sacar nuestro bálago enhiesto del encierro de tela de nuestros pantalones para sacarle brillo, para zumbarlo bien zumbado, para hacerle escupir el caudal blanquecino y lechoso de su deseo. Pero no. Vino ella, playmate divina, con su mirada guarrona y provocadora, con su rubia melena, con su culo reclamador de griegos, con sus labios de mamona insaciable y, por encima de todo, con sus tetas inmensas y apetecibles, grandiosas e inevitables, y todo volvió a ser igual. De nuevo sentimos la necesidad urgente de masturbarnos, de aliviar toda la excitación que la contemplación de esa mujer dejaba en nuestra entrepierna.
Sabemos que has visto a muchas bellas mujeres en tu vida, Hef. Sabemos que nunca ha faltado una excitante mujer en tu mansión Playboy. Pero también sabemos que sabes perfectamente de quién te hablamos. Que tanta sobreabundancia de bellas mujeres no te ha hecho perder la memoria ni te ha difuminado el arte de saber distinguir el grano de la paja, lo verdaderamente excepcional de lo que sirve para alumbrar una masturbación casi ritual y como desganada.
Reina de Instagram
La mujer de la que te hablamos, Hef, se ha convertido en la diosa de Instagram. Una estrella. Un nombre puntero. Eso es esa mujer. Lindsey Pelas es su nombre y dos inmensas tetas su gracia. Tiene dos millones de seguidores en todo el mundo. Se dice pronto. Dos millones de seguidores que esperan continuamente una nueva foto de Lindsey Pelas. O un nuevo vídeo. Con o sin gafas. Con una ropa más o menos provocativa. Con amigas que se lamen las tetas por las gotas de salsa barbacoa que han caído en ellas mientras compartían unas hamburguesas en el jardín de casa o sin la compañía de esas amigas con la misma pinta de playmates y con las mismas ansias de provocación pintadas en las pupilas.
No importa cómo sean las imágenes que nos muestres, Lindsey Pelas. ¡Qué más da si son fotos de estudio o el resultado de una apresurada y calenturienta selfie para colgar en Instagram para alentar el frenesí de tus seguidores! Nada de eso importa, Lindsey Pelas. Lo que importa en verdad es que en todos ellas serán protagonistas de excepción tus tetas. Tetas grandes, Lindsey Pelas. Tetas hermosas, Lindsey Pelas. Tetas que invitan a pensar en una cubana espectacular que debería acabar, como mandan los cánones, con una eyaculación tan espectacular como copiosa, tan inaudita como inacabable, tan agotadora como fiera.
¡Qué gustazo debe ser, Lindsey Pelas, correrse en esas tetas! ¡Qué gustazo sentir cómo los testículos se nos contraen y el pene nos palpita mientras deja ir su vómito espeso y ardiente de semen en ebullición! ¡Qué gustazo estucar esos pechos grandes y, según dices, naturales, Lindsey Pelas! Nos conectamos a internet y buscamos a Lindsey Pelas desnuda, a Lindsey Pelas en bolas, a Lindsey Pelas en cueros, a Lindsey Pelas tal y como su madre la trajo al mundo… Buscamos todas las expresiones que puedan hacer referencia a tu desnudo integral y en todas esas búsquedas los buscadores nos dan el mismo carrousel de imágenes. En ellas apareces, desinhibida, provocadora, excitante, buscona.
¡Qué magnífica invitación a la masturbación encierran esas fotos! ¡Qué llamamiento a la paja! ¡Qué convite a la manola! Imposible resistirse a esa atracción. Pero no te tenemos aquí, Lindsey Pelas, y el deseo que sentimos no puede aliviarse con una simple paja. Necesitamos a una mujer de carne y hueso. Necesitamos a una mujer con tetas grandes que nos regale una maravillosa cubana. Necesitamos a una mujer que alivie la excitación que nos has provocado con una corbata francesa de manual y recuerdo. Como siempre que necesitamos algo así, como siempre que alguna estrella del celuloide, del Instagram o de las pasarelas nos pone al borde del infarto con la cachonda exhibición de sus encantos, recurrimos a girlsbcn.tv. Ahí encontramos la mujer que buscamos, la que nos hará felices hasta el delirio y dejará en nuestra memoria el recuerdo de uno de los mejores polvos de nuestra vida.