Una colección erótica única
La decisión la tomó la ciudad de Miami Beach en 2010. El 16 de octubre era declarado “Día del Museo Erótico del Mundo”. Hoy se celebra, pues, ese acontecimiento con el que las autoridades de Miami Beach decidían premiar la popularidad del museo fundado en 2005 por Naomi Wilzig y su “gran significado como documento histórico de la cultura sexual y erótica del hombre”.
Quien piense que Naomi Wilzig era una mujer llegada desde algún lugar del mundo de la industria del erotismo o la pornografía se equivoca. Es más, se describe a Wilzig como una aficionada al arte, de mentalidad conservadora y devota judía que, gracias a sus posibilidades económicas y sus viajes por todo el mundo, consiguió convertirse en una excelente e insustituible coleccionista de obras relacionadas con el erotismo y con los diversos modos que el hombre ha tenido a lo largo de la historia de vivir y plasmar su sexualidad. El espíritu coleccionista de Wilzig y su amor al arte la empujó a intentar “rescatar de la extinción” centenares de obras eróticas que, de un modo u otro, por desidia de quien las poseyera o por presión o prohibición cultural, estaban condenadas a desaparecer.
La colección expuesta en el Museo de Arte Erótico del Mundo (WEAM) reúne más de cuatro mil objetos eróticos y obras de arte (estatuas, pinturas, fotografías) de todo el mundo y que guardan relación con los más diversos momentos de la historia. Aquí encuentran su rincón en que ser contempladas obras eróticas de culturas como la griega, las orientales o las sudamericanas, así como imágenes referentes a las historias bíblicas o a todo tipo de prácticas sexuales, desde el bestialismo al sadomasoquismo pasando por una amplia variedad de fetichismos.
En el Museo de Arte Erótico del Mundo de Miami pueden contemplarse obras de pintores como Rembrandt, Dalí, Picasso o Botero, así como piezas étnicas de indudable interés histórico. Gracias a todos estos objetos y piezas coleccionadas por Naomi Wilzig se puede acceder a contemplar una excelente panorámica de las dimensiones del placer humano a lo largo del tiempo.
Repartidas en 20 secciones divididas en diversas áreas temáticas (podemos encontrar la Sala Gay, la sala de Leda y el Cisne o la sala dedicada a los desnudos de Marilyn Monroe), en el Museo de Arte Erótico del Mundo las obras coleccionadas por Wilzig enseñan cómo ha amado el hombre a lo largo de la historia y cómo ha vivido su sexualidad.
Entre todas las piezas recogidas, hay dos que destacan por su originalidad. Una de ellas es la réplica de una silla y una otomana perteneciente a la emperatriz rusa Catalina la Grande. Durante la Segunda Guerra Mundial un grupo de soldados soviéticos penetraron en uno de los palacios de Tsárskoye Selo y encontraron allí una habitación decorada con motivos eróticos. Aquellos soldados hicieron una serie de fotografías. Algunas de esas imágenes (las que se conservaron) es lo único que nos queda de la colección de objetos y piezas con motivos eróticos de Catalina la Grande. Al parecer, a mediados de los años cincuenta la colección, que había sido catalogada por las autoridades soviéticas dos décadas atrás, desapareció. La silla y la otomana exhibidas en el Museo de Arte Erótico del Mundo de Miami son una réplica obtenida a partir de dichas fotografías. En ellas se observan cómo una serie de ángeles y demonios se entregan a la sin duda placentera tarea de la felación.
Junto a esta pieza de irreverente erotismo Romanov (la famosa dinastía que gobernó Rusia desde el siglo XVII hasta la Revolución de Febrero de 1917), hay otra pieza que, por su originalidad, ocupa un lugar especial en la magnífica colección de Wilzig. Se trata de una cama matrimonial realizada por un carpintero alemán. ¿En qué radica la originalidad de esta cama? En que muestra, talladas, 138 posturas del Kama Sutra y en que en sus esquinas luce descomunales vigas con forma de pene de casi dos metros y medio de alto.
No pudiendo acudir a este excelente museo de Miami, una buena manera de celebrar este 16 de octubre elegido como “Día del Museo Erótico del Mundo” puede ser la de visitar el museo erótico más cercano que puedas encontrar a tu lugar de residencia. Claro que, puestos a escoger, hay una forma mejor de celebrarlo: hacer un hueco en las tareas del día para entregarnos con nuestra pareja, amante, etc. a la práctica sexual que más nos guste. Como bien se demuestra en la magnífica colección de Naomi Wilzig, las formas de celebrar la sexualidad han sido y son muy variadas. Que cada cual elija la suya.