De Altamira a la ilustración erótica
Todo arte tiene un padre y unos herederos adelantados y brillantes de esos padres fundadores. El padre de la pintura, probablemente, murió por los alrededores de una cueva como la de Altamira. Sus herederos llenan las paredes de los museos de todo el mundo. Nombres como los de Picasso, Velázquez, Rubens, Tiziano, Durero, Turner, Renoir, Cézanne, Kandinsky, Pollock, Goya, Rafael, da Vinci, etc. no han hecho otra cosa que seguir la estela que marcara aquel hombre con taparrabos que tuvo por primera vez la tentación de pintar. Cada uno a su manera, cada cual a su modo, no hay ninguno de esos hombres citados que no intentara en su momento dejar su impronta personal en la historia de ese arte que creara aquel padre fundador que tuvo la necesidad quién sabe si artística, quién si ritual, de garabatear unos bisontes sobre la piedra de una cueva.
Algunos de esos herederos han sustentado su oficio sobre la pericia técnica de reproducir, como si de una fotografía se tratara, el paisaje contemplado; otros, sobre el intento de plasmar la realidad prescindiendo de las reglas de la perspectiva heredadas del Renacimiento. Algunos pintores hicieron de la religión su temática preferida y, así, se convirtieron en pintores obsesionados en la reproducción casi seriada de cristos crucificados, de santos penitentes, de vírgenes en éxtasis y de angelitos que siempre fueron blancos. Otros pintores, por su parte, buscaron inspiración en las siempre sugerentes historias extraídas de la mitología greco-romana. Los hubo que buscaron acomodo en las cercanías del poder político y, convertidos en pintores de corte, se especializaron en la reproducción de familias reales, infantas de España, emperadores de Francia o monarcas británicos con adicción a la ejecución sumaria de esposas y opositores.
A algunos de estos pintores, herederos de aquel padre fundador, se les consideró, a su vez, padres fundadores de algún género particular o de alguna corriente en concreto. Así, Manet puede ser considerado como padre del impresionismo y Picasso como fundador del cubismo. En el caso de la ilustración erótica, y más allá de la herencia recibida de los pintores de los muros de Pompeya o de las ilustraciones aparecidas en I Modi, se considera que el padre fundador de este género pictórico es un autor nacido en Argel en 1843 y muerto en la localidad francesa de Le Raincy en 1928, Édouard-Henri Avril.
El ilustrador de la literatura galante
Conocido por el seudónimo de Paul Avril, este pintor e ilustrador francés tuvo una sólida formación académica. Tanta, que hasta fue alumno durante cuatro años de la que era considerada la máxima institución de enseñanza pictórica de toda Europa durante la segunda mitad del siglo XIX, la Escuela de Bellas Artes de París.
El encargo de ilustrar Fortunio, la novela erótica de Théophile Gautier, proporcionó a Paul Avril la oportunidad de demostrar su arte y su descaro para mostrar, sin tapujos, su visión de las relaciones sexuales. Los encargos se fueron sucediendo uno tras otro y, hasta un total de cuarenta y seis publicaciones diferentes, Paul Avril ilustró publicaciones tan diferentes como Fanny Hill, Salambó, De Figuris Veneriso, Daphnis et Chloe, Amours de Chevalier, Le Dernier Abencerage o los Sonetos Lujuriosos de Pietro Aretino, la versión de los antiguos I Modi.
Muchas de las publicaciones señaladas y con las que Paul Avril colaboraba se comercializaban mediante suscripción. La suscripción para conseguir las obras de Paul Avril sólo estaban al alcance, económicamente hablando, de un público culto que procuraba gozar de la mejor ilustración erótica de una manera anónima y confidencial. Estas obras, propias de lo que se conocía como “literatura galante”, adornaban las estanterías de los más altos personajes sociales.
En blanco y negro o en color, a la manera clásica o con una impronta mucho más realista, Paul Avril fue, poco a poco, creando un ingente compendio de ilustraciones eróticas en las que se muestran todo tipo de prácticas sexuales. Sodomizaciones, felaciones, tríos, orgías, escenas lésbicas, cunnilingus, masturbaciones… todo lo que tiene cabida en la imaginación humana a la hora de practicar el sexo encuentra un hueco y una forma de plasmarse en la obra de Paul Avril. Una de las obras que ilustró, Sobre la figura de Venus, de Friedrich Karl Forberg, era una colección de textos antiguos de Grecia y Roma en la que se hacía referencia a los comportamientos humanos sexuales existentes en aquella época.
Es curioso comprobar cómo la mayor parte de ellos continúan plenamente vigentes en nuestros días. Lo podrás comprobar si echas un ojo a cualquiera de las ilustraciones eróticas que acompañan a este post. Seguramente todas ellas te parecerán lo suficientemente sugerentes como para verte de pronto arrebatado por la necesidad de llevarlas a la práctica. Si no tienes con quién, bucea en el catálogo de chicas de compañía de GirlsBCN.com y disfruta de la compañía de una bella e implicada escort que te permitirá escenificar cualquiera de las ilustraciones eróticas de Paul Avril.