Fotografía del yo
Son muchos los fotógrafos que, a lo largo de la historia de la fotografía, han creado un nuevo lenguaje explorando de manera libre por la práctica fotográfica. Esa exploración ha podido realizarse por el camino de las técnicas, por el de los formatos, por el de las temáticas… En algún caso, ese camino ha sido un camino que sólo avanzaba por el propio yo del fotógrafo. Pocos autores han avanzado por ese camino de la exploración del propio yo como lo ha hecho la fotógrafa portuguesa Rita Lino.
Rita Lino nació en Portugal en 1986 y actualmente reside en Berlín. Con una concepción eminentemente sensual de la vida, Rita Lino se ha empeñado en demostrar hasta qué punto el erotismo es un elemento mucho más cotidiano de lo que habitualmente se reconoce. Para hacerlo, ha decidido crear una obra que no es sino un diario realizado a base de fotografías realizadas con una vieja Polaroid. La protagonista absoluta de dichas fotografías es la propia Rita Lino, que, con un rostro habitualmente apático, se muestra impúdicamente en sus fotografías tanto en el espacio público como en el privado.
Los tonos fríos, los desenfoques, los planos medios o el flash directo son algunos de los elementos que caracterizan la fotografía de Rita Lino. Esta fotografía impúdica y cargada de narcisismo convierte al espectador en una especie de voyeur. Preguntarse hasta qué punto lo contemplado es la verdadera intimidad de Rita Lino o si la Rita Lino que se muestra en las fotografías es una creación artística de ella misma carece de sentido. Rita Lino dice querer reinventarse a cada paso, ponerse a prueba y sentir de maneras diversas. En cierto modo, es como si Rita Lino hubiera heredado la fascinación heterónima de Fernando Pessoa, el poeta más grande de su Portugal natal.
Para plasmar a esas diversas mujeres que habitan dentro de ella y que la artista va descubriendo poco a poco, tras cada fotografía, Rita Lino recurre a un sistema de autorretrato que ella misma se encarga de mostrar en el siguiente vídeo:
Erotismo pese a todo
Rita Lino niega a muchas de sus fotografías la voluntad erótica que el espectador les da. Para Rita Lino, su fotografía no es una fotografía erótica. Sí lo es, sin embargo, exhibicionista. Exhibicionista para sí misma. “Necesito verme, observarme y estudiarme a mí misma”, dice la artista, que sostiene al mismo tiempo que al mostrarse desnuda no hace otra cosa que mostrarse natural, sin pretender plasmar simbología alguna. Lo que podrá comprobarse, a la larga, será cómo su cuerpo va cambiando, cómo envejece.
Quizás eso sea así, pero la voluntad del artista no siempre coincide con lo que, finalmente, el espectador encuentra en su obra. Eso sucede con la fotografía de Rita Lino. Uno se acerca a ella y, finalmente, lo que encuentra es una pulsión erótica innegable. El pubis agreste de Rita Lino, expuesto sin coartadas argumentales, es demasiado obvio (demasiado pubis, en definitiva) como para no convertirse en protagonista central de alguna de sus fotos, una especie de imán que atrae la mirada del espectador y que la deja ahí, prendida, soñando intimidades e imaginando cómo podría ser la vida sexual junto a una mujer como la que aparece, impúdica, en dichas fotografías.