¿Qué hay que hacer para recibir el sobrenombre de “rey del erotismo”? Seguramente, seguir todos los pasos profesionales que siguió el director cinematográfico estadounidense Russ Meyer. No en vano, Russ Meyer ha pasado a la historia como uno de los nombres imprescindibles de lo que se conoce como “porno blando”, “porno softcore” o “sexplotaiton”.
Nacido en 1922 en San Leandro, California, y fallecido en el mismo estado en 2004 a la edad de 82 años, Russ Meyer firmó obras imperecederas del género del porno blando como pueden ser Faster Pussycat! Kill! Kill!, The immoral Mr. Teas, Erotica, Wild gals of the naked West, Heavenly bodies, Mudhoney, Mondo topless, Common Law cabin, Vixens, Supervixens o Europe in the raw.
Con un total de 23 films en los que participó como guionista, director, productos, editor, etc., Russ Meyer dejó tras de sí una manera de hacer cine muy personal, un sello particular que ha triunfó comercialmente y que ha dejado tras de sí una nada desdeñable corte de admiradores.
El primer rasgo distintivo del cine sexplotaiton de Russ Meyer es el físico que suele caracterizar a sus protagonistas femeninas. Las mujeres que aparecen en las películas de Russ Meyer, las llamadas “chicas Meyer”, se caracterizan por sus grandes (muy grandes) pechos. Exuberantes, las “chicas Meyer” son, además, mujeres hipersexuales y dominantes, hembras que, por lo general, son más poderosas que los hombres que las rodean y desean.
Otro de los rasgos distintivos del cine de Russ Meyer es el cuidado técnico que el cineasta ponía en un producto representativo de un género en el que el aspecto técnico no se cuidaba demasiado. Frente a la chapuza generalizada, Russ Meyer presentaba una obra en la que se dejaba entrever el carácter perfeccionista de un autor que, para alegría de los directores de los estudios de la época, era capaz, monetariamente hablando, de multiplicar los panes y los peces. Se suele citar siempre cómo los 24.000 dólares invertidos para rodar The inmoral Mr. Teas recibieron en taquilla el premio de convertirse en un millón de dólares.
La semilla de ese carácter perfeccionista y ese amor por el oficio de director habría que buscarla muy seguramente en un día de marzo de 1936 cuando, al cumplir los 14 años, Russ Meyer recibió de su madre un regalo que, más que un regalo, iba a ser el símbolo perfecto de lo que el adolescente Russ iba a ser de mayor: una cámara de formato de 8 mm. Con esa cámara, Russ Meyer, que era hijo de un violento oficial de policía y de una enfermera que empeñó su propio anillo de bodas para poder comprar a su hijo esa cámara, filmó una serie de películas amateurs cuando aún contaba con la edad de 15 años.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, Russ Meyer fue enrolado como camarógrafo en la unidad fotográfica de la 89ª División del Ejército de los EE.UU. En dicha unidad, comandada por el general George S. Patton, Meyer se dedicó a filmar importantes batallas. Las filmaciones de Meyer servían, en aquellos años, para dar estructura a los noticiarios de la época. Finalizada la contienda y de regreso a Oakland, Russ Meyer se dedicó a realizar películas de carácter institucional y a realizar fotos fijas para largometrajes como Gigante (1956), el célebre film protagonizado por James Dean, Rock Hudson y Elizabeth Taylor. Esta experiencia sirvió a Meyer para convertirse en fotógrafo de glamour y para entrar en contacto con Hugh Hefner y el universo Playboy.
Playboy proporcionó no solo a Russ Meyer a la que sería su segunda esposa, la modelo y playmate Eve Meyer (de soltera Eve Turner), sino que también lo puso en contacto con un mundo que, finalmente, iba a llevarlo a la dirección de “nudie films” o películas de destape americanas. Eve, además, se reveló como una magnífica compañera comercial. Inteligente y con sentido del negocio (además de exuberante como todas las futuras protagonistas de los films de Russ Meyer), Eve se convirtió en coproductora de las que serían algunas de las mejores creaciones cinematográficas de Meyer, que vieron la luz a la sombra de la productora Eve Productions. El divorcio de Eve y Russ fue un divorcio amistoso. Russ Meyer y Eve Turner siguieron siendo amigos durante muchos años, justo hasta que ella falleció un accidente de aviación acaecido en el Aeropuerto de Los Rodeos, en 1977, en Tenerife.
Etapas de la carrera de Russ Meyer
La primera película filmada por Russ Meyer fue The immoral Mr Teas. Esta película contrastaba notablemente con las películas que formaban parte de las películas estadounidenses que hasta ese momento habían incluido algún tipo de desnudos. Si en aquéllas éstas aparecían siempre de una manera “justificada” (se criticaba el aborto, se mostraban los castigos que la vida infligía a las mujeres que no se comportaban siguiendo los dictámenes morales de la época, etc.), en la de Meyer no se encontraba reflexión moralista alguna ni justificación de ningún tipo. En esta película de Russ Meyer en particular y en su cine en general, el desnudo es fruto de la desinhibición y la lubricidad. ¿El guión? Muy elaborado: gracias a la anestesia de un dentista, un hombre puede ver desnudas a todas las mujeres que se le pongan por delante.
A partir de aquí, Russ Meyer fue labrando una carrera con varias etapas. En la primera, Meyer rodó una serie de películas en las que la comedia y el erotismo se combinaban de un modo que brillaba por su ingenuidad. En la segunda, Russ Meyer, con gran visión del negocio e intuyendo magníficamente el cambio del gusto del público, se aventuró por el terreno de las “roughies”, películas eróticas con más violencia y en la que los argumentos y las imágenes eran más sórdidas y oscuras. Eso sí: en estas películas seguían apareciendo mujeres de pechos ciertamente descomunales y exuberantes. En la tercera etapa de su cinematografía, Russ Meyer se decantó por rodar una serie de películas que formaron parte de lo que algún crítico llamó “el período gótico” de Meyer. Estas películas, con Lorna y Mudhoney a la cabeza, incluyen violentas escenas de violadores y fueron perseguidas por la censura. Dicha persecución, lejos de preocupar a Meyer, le hacía sentirse feliz. No en vano, el escándalo que acompañaba a sus películas era la mejor propaganda para ello y eso, indefectiblemente, se convertía en excelentes recaudaciones.
Los éxitos de Meyer se fueron sucediendo, uno tras otro, a lo largo de toda su carrera cinematográfica. Guiones absurdos y mucha pechuga caracterizaron una filmografía que se cerró con Beneath the valley of the Ultravixens. Tras esta película, Russ Meyer no volvió a rodar nunca más. Fue entonces cuando, sin sentido de la mesura (llegó a las 1213 páginas), Meyer escribió A clean breast, su autobiografía. Eran tiempos en los que el porno se imponía en las salas de cine.
Fue entonces, precisamente, cuando al trabajo de Russ Meyer le llegó el tiempo de los homenajes y los elogios. Sin ir más lejos, en las aulas de Yale o Harvard se comentaban algunas de sus películas y los originales de éstas llegaban a ser comprados, incluso, por el MoMa neoyorquino.