A Ruth Bernhard, fotógrafa nacida en Berlín en 1905 y fallecida en San Francisco 101 años después, se la llamó “la poetisa del desnudo”. No en vano, uno de los grandes teóricos que ha dado el mundo de la fotografía, Ansel Adams (1902-1984), no dudó en calificarla en su momento como “la más grande fotógrafa de desnudos”. En estos tiempos en los que el feminismo vuelve a ocupar portadas y en los que sus reclamaciones vuelven a suscitar debates en el seno de una sociedad que, aferrada a vicios patriarcales, no acaba de decidirse a hacer de la igualdad de géneros una prioridad absoluta, resuenan más vivas que nunca las palabras de Ruth Bernhard al decir: “la mujer ha sido blanco de muchas cosas sórdidas y ordinarias, especialmente en fotografía. Mi misión ha sido elevar y apoyar la imagen de la mujer con una devoción eterna”.
Si contemplamos las fotografías de desnudo femenino de Ruth Bernhard podemos constatar rápidamente hasta qué punto esa devoción eterna caracteriza la obra de la fotógrafa nacionalizada estadounidense. En esa obra fotográfica vemos plasmado, de una manera excelsamente bella y sugerente, el esfuerzo por reivindicar el papel de la mujer y, al mismo tiempo, por dignificar la figura femenina.
Hija de Lucien Bernhard, un famoso diseñador alemán, el arte y el diseño estuvieron presentes en su niñez de forma constante. Antes de trasladarse a Nueva York, en 1927, Ruth Bernhard ya se había formado en la Academia de Bellas Artes de Berlín. Allí estudió Historia del Arte y tipografía. El Nueva York, y de la mano de su padre, conoció a Ralph Steiner, editor gráfico de la revista feminista The Delineator. Ruth Bernhard empezó a trabajar como asistente para él. Con el sueldo conseguido por su colaboración en The Delineator, Bernhard compró su primera cámara fotográfica. Durante diversos meses, Bernhard experimentó con su cámara de placas creando una serie de trabajos que fueron positivamente valorados por amigos diseñadores de su padre. Fue así como Ruth Bernhard empezó a recibir sus primeros encargos comerciales. Durante esta época, la visión que Bernhard tiene de la fotografía es una visión meramente comercial. Aún no ha brotado en ella la idea de que arte y fotografía puedan ir de la mano.
La fotografía como arte
Esa idea, la de entender la fotografía como una forma de arte, empezará a emerger poco a poco. Lo hará, en parte, cuando Bernhard se convierta en una especie de adoratriz de la luz. “La luz”, diría tiempo después, “es mi inspiración, mi pintura y mi pincel. Es tan vital como la propia modelo. Profundamente significativa, acaricia las curvas y líneas superlativas esenciales. En la luz reconozco la energía de la que depende toda la vida en este planeta”.
Tras exponer sus primeras fotografías en 1931, fue en 1934 cuando Ruth Bernhard, un poco por azar, realizó su primera incursión en el universo del desnudo, un género en el que podría plasmar esa devoción por la imagen de la mujer de la que ya hemos hablado y que se plasma especialmente en la metódica forma de trabajar de la fotógrafa.
En la formación del estilo fotográfico de Ruth Bernhard fue decisivo el hecho de que conociera el trabajo del fotógrafo estadounidense Edward Weston y a Weston en persona. Al conocer la obra de Weston, Bernhard tuvo una iluminación. Ante ella, dijo Bernhard, “estaba la prueba indiscutible de lo que siempre había creído posible: un artista de una intensa vitalidad cuyo medio de expresión era la fotografía”. Bernhard, que en cierto modo aún andaba buscándose, se dio cuenta de que la fotografía sería su lenguaje. Tras pasar un año dedicándose solamente a la fotografía comercial, Ruth Bernhard decidió dar el paso hacia la realización de un tipo de fotografía más artístico. La historia de la fotografía, sin duda, agradece dicho paso y agradece también la fructífera relación que como artistas mantuvieron Bernhard y Weston.
Quien conoce las obras de los dos fotógrafos sabe perfectamente de la influencia de Weston en la obra de Bernhard. Ambas obras, la del maestro y la de la alumna aventajada, se caracterizan por la suavidad y la simpleza de las composiciones, por el protagonismo que adquieren las formas, por la expresividad casi dramática de las sombras y por la suavidad de las líneas, que parecen perseguir, en cada una de las fotografías que firman, la pureza absoluta.
Tras dar ese paso hacia la fotografía de desnudo, Ruth Bernhard estuvo cincuenta años firmando maravillosos desnudos convirtiéndose así en una de las más grandes fotógrafas del género y en la creadora de una obra perfectamente reconocible, intemporal y mágica.
El estilo de Ruth Bernhard
Las cuidadas composiciones de las fotografías de Ruth Bernhard parecen, en gran medida, el resultado de un trabajo casi de alfarería. Los desnudos de esta maravillosa fotógrafa se caracterizan por la forma delicada y a la vez dramática de jugar con las sombras y los matices en una fotografía en blanco y negro que viene a ser algo así como un viaje elegante y alejado de toda sordidez por la anatomía femenina. En pocas ocasiones el cuerpo de la mujer ha sido tan ensalzado como en las fotografías de Ruth Bernhard. La cámara de Bernhard parece actuar en todo momento como una especie de cincel de escultor preciosista que fuera creando formas y volúmenes en un mundo de sombras.
Nada en la fotografía de Ruth Bernhard parece brotar del azar. Quienes conocían su forma de trabajar fueron testigos de cómo Bernhard estudiaba durante días (si era necesario) la composición de una obra. Durante ese tiempo, Bernhard organizaba los elementos que iba a utilizar y analizaba sin desmayo cuál era la mejor presentación que podía dar a esos elementos. Una vez que la fotografía había madurado en su cabeza, Ruth Bernhard se ponía manos a la obra. Y ese manos a la obra se sustanciaba, en muchas ocasiones, en un solo disparo. Bernhard tomaba una sola fotografía, desde un ángulo en concreto, y daba por concluida (tras el revelado, fijación, etc.) la tarea.
En este artículo os dejamos solo una pequeña muestra de la obra fotográfica de esta gigante del desnudo fotográfico.