Pionero del kinbaku
Todo arte tiene sus pioneros. Toda forma artística tiene alguien que le abre camino. El kinbaku, quizá la forma más artística del shibari, es, en gran medida, fruto del trabajo de un ilustrador, pintor, fotógrafo y crítico de teatro japonés: Seiu Ito.
Seiu Ito (1882-1961), como todo gran creador y todo gran innovador, fue, ante que nada, un estudioso. Estudiar lo que nos ha precedido es fundamental para sentar las bases sobre las que sustentar con firmeza algo nuevo. Toda innovación, para resultar fructífera, debe enraizar sobre una tradición. Nada sustancioso nace de la nada. Seiu Ito es el ejemplo. Seitu Ito no habría sido el padre del kinbaku moderno (así es considerado) si antes no hubiese estudiado las costumbres de tortura empleadas durante el período Edo o período Tokugawa de la Historia del Japón (1603-1868). El estudio de las costumbres samurái y del tipo de ataduras que éstos realizaban (integradas todas ellas dentro de lo que se conoce con el nombre de hojojutsu) sirvió a Seiu Ito para convertir el kinbaku en todo un arte.
Seiu Ito lo consiguió a base de esfuerzo, luchando contra la incomprensión de sus coetáneos, bregando contra una censura que se negaba a admitir la belleza y la sensualidad de algo que, cincuenta años después, sabría valorar la valía de la obra de Seiu Ito y su carácter pionero. No en vano, hoy, cuando ha pasado casi un siglo desde que Seiu Ito realizara su magnífica y sugerente obra fotográfica, pocas personas le niegan a Seiu Ito su condición de precursor del Shibari y el Bondage, dos de las más importantes corrientes de la sexualidad alternativa contemporánea y parte fundamental del BDSM.
Si tuviéramos que buscar una piedra angular para toda esa nueva forma de entender la sexualidad y de asociarla a la utilización de ataduras la encontraríamos en Una historia de las costumbres en Tokio en el período Edo. En esa obra, fechada en 1923, Seiu Ito explora hasta qué punto el uso de la atadura en el cuerpo de la mujer puede transmitir una carga erótica significativamente perturbadora y de qué manera esa combinación de atadura y cuerpo desnudo puede convertirse en una fantástica expresión de carácter artístico.
Normas para un ritual
Las ilustraciones de Seiu Ito (quien daría después el salto a la fotografía) intentan plasmar hasta qué punto poder, dolor, placer y arte van de la mano en la práctica del kinbaku. Para que esta alianza se produzca, sin embargo, es necesario eludir cualquier tipo de improvisación. El kinbaku o el shibari no pueden ser fruto de ésta sino de una cuidada planificación que presida toda representación. Del mismo modo que la representación de una obra de teatro no puede representarse con mediana calidad librándose a los caprichos de la improvisación, el kinbaku no puede representarse si no se siguen los pasos bien definidos de un ritual en el que el discípulo traspasaba todo el poder sobre su persona a su maestro.
Seiu Ito instaura el kinbaku como performance en la que el sumiso (dorei) entrega el control absoluto de la escena al kinbakushi para que, a través del cordaje (karanda) y de su cuerpo, se alcance un estado de iluminación cercano al éxtasis. Al promover este tipo de performance, Seiu Ito no sólo se alzaba como digno heredero del “épater les bourgeois” de los poetas decadentes y simbolistas franceses de finales del siglo XIX. Al promover esta especie de provocación visual que, para sus coetáneos japoneses, era el kinbaku, Seiu Ito apelaba directamente a la sensualidad de los espectadores que contemplaban cualquier representación de un ritual kinbaku y enlazaba dicha sensualidad al concepto de arte.
Consenso y sensualidad
Para realizar sus siempre sugerentes ilustraciones y fotografías kinbaku, Seiu Ito contó con la colaboración de dos modelos de excepción: sus dos mujeres. Su primera mujer, Kaneyo Sasaki, protagonizó sus ilustraciones de tortura. Se segunda esposa, Kise Sahara, quedó inmortalizada en las siempre perturbadoras y bellas fotografías kinbaku de Seiu Ito. Fue precisamente Kise Sahara la modelo fotografiada en la que es sin duda la fotografía BDSN más polémica de este fotógrafo e ilustrador japonés. En dicha fotografía, Kise Sahara aparece, embarazada, suspendida cabeza abajo. Hentai Shiriou, períodico en el que Seiu Ito era colaborador, fue la publicación que tuvo la osadía de editar una fotografía tan polémica.
Las fotografías de Seiu Ito servían para plasmar la belleza perturbadora y sensual de un ritual en el que un concepto adquiría importancia y protagonismo capital. Ese concepto, que había de convertirse en los cimientos sobre los que se sostendría y se sostiene cualquier tipo de práctica BDSM, es el concepto de consenso. El consenso entre dorai y kinbakushi es tan fundamental como fundamental lo es, en el BDSM, el consenso entre dominante y sumiso. Del mismo modo que sin consenso no hay BDSM, el kinbaku es inconcebible sin que exista una entrega consensuada del poder de una de las partes participantes en la representación hacia la otra.
En este post queremos mostrarte algunas de las que, seguramente, son las primeras fotografías BDSM de la historia. El aire vintage de todas ellas no hace sino aumentar su sensualidad. Con estas fotografías, Seiu Ito establecía buena parte de las bases de lo que iba a ser, en décadas siguientes, la fotografía bondage o shibari y la obra de artistas de la talla de Nabuyoshi Araki o Hikari Kesho.