Las personas heridas son peligrosas
Por una vez daremos las gracias a que en parte se haya cumplido la magnífica frase que el cineasta Louis Malle situó en Herida, película que estrenó en 1992 y que, basada en una novela de Josephine Hart, trata sobre la historia de deseo apasionado y obsesivo entre Stephen Fleming (Jeremy Irons), un político británico que llega a ministro, y Anne (Juliette Binoche), la prometida de su hijo. En Herida, el prestigioso director francés ubicó la siguiente frase: “las personas heridas son peligrosas; saben que pueden sobrevivir”. Esta frase, estelar en el motor de búsqueda de Google (podréis encontrar casi 700.000 resultados si tecleáis “las personas heridas son peligrosas”), engloba un sinfín de comportamientos que las personas solemos adoptar cuando somos heridas emocionalmente.
El cómo reacciona cada persona a una herida emocional dependerá no sólo de la persona en sí y de la magnitud de la herida. También dependerá del momento vital que esté viviendo esa persona y, por ello, de las herramientas de que pueda disponer para restañar esa herida y dejarla reducida a una cicatriz que, después, el tiempo se encargará, como si de un aceite de rosa mosqueta se tratara, de difuminar.
De entre los comportamientos que una persona puede adoptar tras padecer la herida de ser abandonada hay uno que nos parece absolutamente humano: el de echar mano de una especie de falsa indiferencia que en el fondo tiene mucho de despecho y que pretende, de algún modo, demostrar a la persona que nos ha abandonado que la vida sigue y que vamos a sobrevivir a esa herida y a ese abandono.
Intuimos que es gracias a un mecanismo psicológico semejante al reseñado por lo que hemos podido disfrutar del desnudo en Instagram (nunca nos cansaremos de admirar esa continua caja de sorpresas e invitaciones a la sensualidad y la masturbación) de una de esas bellezas que andan por ahí, pululando en la constelación de esas nuestras estrellas más deseadas, tan inalcanzables como sumamente sensuales. Estamos hablando de Stella Maxwell, uno de los ángeles de Victoria’s Secret, la que hasta hace poco fue, según muchas informaciones, la pareja lésbica de la bisexual, escandalosa, provocativa y siempre excitante Miley Cyrus.
El amor de Lesbos
A Miley Cyrus ya le dedicamos nuestro pequeño homenaje de pajilleros recalcitrantes en esta sección. Ahora nos toca rendir homenaje a su ex. Dicen que ha sido el despecho al ser abandonada por Miley (parece ser que ésta ha decidido en los últimos tiempos por compartir su intimidad con un chico) quien le ha hecho colgar esa maravillosa foto en la que se muestra desnuda en Instagram.
Miramos a Stella Maxwell desnuda y nos vienen unas ganas extremas de consolarla por la ausencia de la Cyrus, de tomarla entre nuestros brazos, de sentir en nuestras manos la cálida piel de sus pechos escuetos, de sus labios seductores, de su maravilloso culo y, por supuesto, de todos y cada uno de los rincones de un cuerpo que se nos antoja como una especie de tentación que pusiera en peligro nuestra permanencia en el Paraíso.
El culo de Stella Maxwell es una de esas bellezas naturales que parecen haber sido hechas para recordarnos de una manera simbólica e inapelable nuestra condición de simples mortales. Eso no nos impide dejarnos acunar por el sueño de entrar en él. Lo haríamos, Stella Maxwell, con el respeto con el que entraríamos en un santuario: con pasos quedos, intentando recorrer todos sus rincones dejando en cada uno de ellos la ofrenda de nuestro deseo.
Stella Maxwell desnuda es un canto a la levedad, un homenaje a lo estilizado, una demostración de cómo el sexo puede concebirse también (y más allá de los arrebatos apasionados y sin control a que invitan cuerpos más contundentes y carnales como podrían ser los de Sofia Vergara o Kim Kardashian) como una brisa suave que se recreara haciendo ondear las frágiles espigas de un campo de trigo.
Imposible no asociar el cuerpo desnudo de Stella Maxwell a un campo de trigo. Imposible no comparar sus pechos con suaves lomas que deben desprender un suave aroma a panecillo recién sacado del horno. Con qué gusto debe haber recorrido los pechos de Stella Maxwell la lengua viciosa y mil veces exhibida de Miley Cyrus. Cómo debe haber mordido sus pezones esa Hannah Montana repentinamente emputecida por la lujuria y el marketing.
Os imaginamos juntas, enroscadas en un nudo de deseo, frotando una contra otra vuestras entrepiernas, vuestros pechos, entregándoos a la adoración bucal y mutua de vuestras vaginas, protagonistas estelares de uno de esos videos en streaming que nos gusta mirar en nuestra web porno favorita, y nos resulta imposible no buscar un rincón en el que aliviarnos como lo hacemos cuando vemos esos videos.
Siempre hemos sido adoradores del vídeo lésbico. Siempre nos ha gustado contemplar cómo dos mujeres se entregan a la sin duda gozosa tarea de proporcionarse placer mutuamente. Por eso no podemos quitarnos de la cabeza el cuerpo desnudo de Stella Maxwell entrelazado al no más vestido de Miley Cyrus. Os imaginamos en los tiempos de vuestra relación queriendo llevar ambas la voz cantante, luchando amorosamente la una contra la otra para marcar el ritmo de un encuentro erótico en el que el cunnilingus y la tijera irían marcando los pasos hacia un éxtasis orgásmico en el que el hombre y la presencia casi insultante de su pene no tenían cabida alguna.
Os imaginamos así y, abrasados por nuestra propia calentura, rogamos a los cielos por vuestra reconciliación e imploramos a quien mande en ellos por ser invitados a esa fiesta de sexo desbocado que suele acontecer en toda reconciliación. Sabiéndolo imposible, nos dirigimos a www.girlsbarcelona.com y, activando los correspondientes filtros, encontramos un amplio abanico de bellas acompañantes de lujo que, entre otros múltiples placeres eróticos, nos ofrecerán un magnífico servicio de dúplex. Enloquecidos por él creeremos entrever vuestra reconciliación y, saboreando las mieles del placer, soñaremos con un universo de Instagram plagado de fotos vuestras, lujuriosas y procaces, provocadoras y sucias.