Que la muerte no existiría si no existiera la vida es algo sabido por todos. Es la vida la que posibilita la muerte y ésta, seguramente, quien da sentido a la vida. Así, inevitablemente, vida y muerte van siempre de la mano. Seguramente por eso Freud, al intentar explicar la psique humana, echó mano de esa relación tan especial que mantienen entre sí esos dos conceptos que, sin duda, han sido materia de inspiración y meditación para artistas, filósofos y escritores de todos los tiempos.
Freud, analizando la psique humana y tomando como referencia los conceptos de vida y muerte, teorizó sobre la existencia en la psique de todo ser humano de dos pulsiones, correspondiente cada una de ellas a uno de esos conceptos. Así, una de esas pulsiones sería la pulsión de vida y la otra, la pulsión de muerte. En todo ser humano, pues, cohabitarían dos fuerzas. Una de ellas nos empujaría hacia la supervivencia, hacia la vida, hacia el amor, hacia el deseo… La otra, por su parte, nos empujaría hacia el dolor, el sufrimiento y la autodestrucción.
Estas dos pulsiones, según Freud, estarían representadas por dos figuras extraídas de la mitología griega. Para el inventor del psicoanálisis, Eros, el dios del amor, representaría la pulsión de vida. Por su parte, Tánatos, genio alado que acudía en busca de los cuerpos de quienes habían fallecido, simbolizaría según Freud la pulsión de muerte.
De esa relación entre Eros y Tánatos, entre amor o, si se desea, entre erotismo o sensualidad y muerte se ha escrito largo y tendido a lo largo de la historia. La relación entre Eros y Tánatos ha servido, también, para inspirar a muchos pintores, escultores, etc. Sin ir más lejos, hace ya una década que el Museo Thyssen-Bornemisza dedicó una exposición titulada “Lágrimas de Eros” a dicha relación. Se mostraron en dicha exposición obras de maestros antiguos y pinturas del siglo XIX, así como obras propias del surrealismo y contemporáneas. Nombres como el de Dalí, Doré, Rubens, Warhol, Man Ray, Marina Abramovic o Tiepolo dan cuenta de hasta qué punto la relación entre Eros y Tánatos, entre erotismo y muerte, ha determinado el contenido y la temática de muchas obras de arte a lo largo de la historia.
Esa relación se ha hecho también visible, en el terreno de la ilustración erótica, en la obra del protagonista de nuestro artículo de hoy: el dibujante japonés Takato Yamamoto. Basta contemplar, por ejemplo, la siguiente ilustración, para darse cuenta de hasta qué punto su obra erótica está marcada por un algo macabro, por un algo íntima y directamente relacionado con la muerte, relacionado con el Tánatos.
Tal y como apuntamos en nuestro artículo “El ero-guro: donde el erotismo y lo gore se encuentran”, Takato Yamamoto podría ser inscrito en el listado de dibujantes e ilustradores japoneses que formarían parte de un género o movimiento en el que lo gore o sangriento se entrevera con lo erótico para parir un tipo de obra que, en los casos más extremos, puede llegar a resultar, incluso, grotesco.
Sensualidad necrófila
No es ése el caso, sin embargo, de Takato Yamamoto, ya que sutileza y sensualidad serían, sin duda, dos vocablos que servirían muy bien para calificar la obra artística de este ilustrador nacido en la prefectura de Akita (Japón) en 1960. En las ilustraciones eróticas de Takato Yamamoto podemos encontrar la indeleble huella estilística dejada en el artista y en su forma de dibujar por las viejas xilografías japonesas creadas en el siglo XVII a partir de una técnica que recibe el nombre de Ukiyoé. Es el uso de esa técnica la que da a las ilustraciones de Takato Yamamoto ese toque sutil y elegante que sirve para suavizar lo macabro de lo representado y para darle un aire de manga moderno y, al mismo tiempo, decadente.
La técnica de grabado del Ukiyoé consiste en utilizar múltiples matrices de madera. Dichas matrices se emplean para grabar diversas estampas, cada una correspondiente a un color de la impresión final. Aparte de utilizar dicha técnica, Takato Yamamoto emplea óleos, acrílicos y otro tipo de pigmentos para complementar lo grabado con la técnica Ukiyoé. El resultado de esta combinación de técnicas diversas es, habitualmente, una ilustración en la que predominan los colores fríos, los fondos oscuros o, directamente, negros, y unos personajes de tonos apagados que nos hacen preguntarnos sobre si están vivos o muertos.
En las ilustraciones de Takato Yamamoto se contemplan escenas en las que lo oscuro se mezcla con lo erótico y la belleza con el horror. Lo sensual y lo necrófilo encuentran en la obra de Yamamoto un punto de equilibrio, ese instante que parece anteceder a lo violento o a lo sumamente repulsivo pero que, dejándolo entrever, no llega a mostrarlo del todo ni crudamente.
Las ilustraciones eróticas de Takato Yamamoto parecen brotar de un sueño cuajado de pesadillas. En esas pesadillas, Eros y Tánatos se entrelazan entre sí danzando bailes macabros que, sin embargo, no abandonan del todo su carga erótica. Aquí os dejamos unas muestras del arte de un ilustrador que ha visto expuesta su obra en numerosas exposiciones de múltiples países.