Antropología y pornografía
La pornografía no se ha inventado hoy ni es fruto de este siglo. De un modo u otro, la pornografía ha existido siempre. Si fijamos nuestra mirada en el Londres del siglo XIX, dicha pornografía va íntimamente ligada a un club de caballeros fundado por Sir Richard Francis Burton y por el Dr. James Hunt. Dicho club recibía el nombre de The Cannibal Club y entre sus socios se hallaban algunas de las más relevantes personalidades londinenses del momento. Políticos, escritores y poetas se agrupaban en The Cannibal Club, un club que, entre sus actividades, desarrollaba la de distribuir material pornográfico entre las clases altas de la sociedad.
Cuando hablamos de la sociedad británica en general y londinense en particular de esos años estamos hablando de una sociedad caracterizada por la rígida y, al mismo tiempo, hipócrita moralidad victoriana. Se procuraba que la clase obrera no se “corrompiera” al entrar en contacto con material pornográfico pero, al mismo tiempo, o bien se hacía la vista gorda o se justificaba de un modo u otro que dicho material circulara de mano en mano por la alta sociedad porque se consideraba que los bien posicionados socialmente habían recibido la educación suficiente como para poder manejar dicho material sin que sus mentes se corrompiesen. Esa justificación servía para que, por ejemplo, The Cannibal Club comerciara con pornografía a espaldas de la ley.
Los miembros de The Cannibal Club, relacionados de un modo más o menos directo con The Antropological Society de Londres, se declaraban amantes de la antropología, la ciencia, el Imperio Británico y la sexualidad. Esa confluencia de intereses “intelectuales” les llevaba a compartir el gusto por lo que se llamaba “pornografía exótica”.
La pornografía exótica
¿De qué hablamos cuando hablamos de pornografía exótica? Por ejemplo: de un coleccionable de postales en las que se observa cómo una mujer blanca (se imagina que británica) practica sexo en diferentes posturas con un hombre de raza negra (se imagina que africano). O de una imagen en la que aparecen dos hombres, uno tocado con un fez marroquí, el otro con un turbante, ambos con sus túnicas arremangadas mientras se miran a los ojos, sonríen y se cogen mutuamente por el pene. En esa imagen, que reproducimos aquí, se contempla claramente cómo lo antropológico y lo erótico confluyen en una imagen que, sin duda, haría en aquellos años las delicias de los miembros de The Cannibal Club. ¿Hasta qué punto dicha imagen les servía a los miembros del The Cannibal Club para fantasear o teorizar sobre una determinada relajación respecto a las relaciones sexuales de carácter homosexual entre los hombres árabes? Esta es una pregunta a la que sólo podemos dar respuesta, algo más de dos siglos y medio después, echando mano de hipótesis no siempre demostrables. Es difícil, desde nuestra perspectiva, ponernos en la mente de los hombres de aquella época.
Esta atracción de los miembros de The Cannibal Club por la pornografía exótica ha sido tachada por algún autor como de racismo científico. No en vano, el Dr. Hunt, fundador del club, proclamaba abiertamente la superioridad de la raza blanca sobre las demás amparándose en una presunta superioridad biológica. Otros miembros de The Cannibal Club, sin embargo, se mostraban contrarios, por ejemplo, a que se pretendiera cristianizar a las diferentes colonias. Para algunos de esos miembros, el Islam tenía valores religiosos más destacables que el cristianismo.
El que imperara en cierto modo y finalmente una postura si no totalmente coincidente sí más cercana a esta segunda opción permitió que, de alguna manera, los miembros de The Cannibal Club, gracias a su interés por la pornografía exótica, impulsaran estudios sobre las prácticas sexuales de los habitantes de las colonias en general y de la India en particular. Ese interés, sin embargo, ha sido calificado por algunos autores como una especie de “voyeurismo científico”. Después de todo, el voyeurismo es, también, fruto y distintivo de la época. En esos años se abrieron en toda Europa clubs en los que se practicaba el voyeurismo. A cambio de una tarifa, los clientes de estos clubs podían, a través de un agujero escondido en la pared, contemplar lo que otras personas hacían al otro lado de ella.
The Obscene Publications
The Cannibal Club fue disuelto en 1869. Uno de los motivos que justificaron el cierre de este club de amantes de la antropología y de la pornografía fue la aprobación de The Obscene Publications en 1857. The Obscene Publications fue, ni más ni menos, una ley de censura. Si antes de esta ley eran sólo los escritores quienes podían ser perseguidos y amonestados, tras su aprobación también los editores podían ser castigados por editar material “indecente”. La aprobación de esta ley de censura llevó a la destrucción de libros para, con ello, “salvaguardar la moral” y “proteger la decencia”.
Este cierre dejó sin fondos para llevar a cabo sus investigaciones a quien sin duda fue el personaje más importante de The Cannnibal Club, Sir Richard Francis Burton. Viajero, diplomático, políglota, escritor y antropólogo interesado de manera especial en la antropología sexual, Burton defendió su actividad argumentando que su motivación era la ciencia, que sus textos hablaban de la condición humana, y que la cultura no podía ser entendida si no se tenía en cuenta esa condición humana y, por tanto, tanto la sexualidad como la práctica sexual, inherentes ambas a esa condición.
El cierre de The Cannibal Club hizo que Sir Richard Burton tuviera que renunciar provisionalmente a los que eran dos de sus grandes proyectos: la traducción del Kama Sutra y la traducción de Las Mil y una Noches. Para conseguirlo, Burton fundó, de manera secreta y con la colaboración de Forster Fitzgerald Arbuthnot, The Kama Shastra Society, una sociedad que debía actuar a escondidas de las autoridades para, así, poder transgredir las rígidas normas morales que imperaban en la sociedad victoriana. Finalmente, gracias a donaciones anónimas y particulares, Burton pudo llevar adelante un trabajo que fue calificado como de “erótico pero erudito” y que permitió la traducción al inglés del Kama Sutra en 1883 y de Las mil y una noches entre 1884 y 1885. Para esquivar las leyes de censura, el Kama Sutra se enviaba, camuflado, a casa de los suscriptores que, de una forma u otra, conocían las actividades de The Kama Shastra Society. Gracias a este proceder pudo expandirse por la alta sociedad británica el Kama Sutra, una obra que, sin duda, forma parte del grupo de las obras capitales del erotismo.