El mundo del Arte no ha permanecido ajeno al retrato de la intimidad de las personas. ¿Y qué hay más íntimo que el placer y el orgasmo? La pintora barcelonesa Yolanda Dorda ha convertido el placer femenino en objeto y motivo central de buena parte de su obra. Con una pintura muy personal en la que encontramos influencias de artistas como Euan Eglow, Nobuyoshi Araki ( a quien ya dedicamos en su momento en nuestro blog el artículo titulado “Nabuyoshi Araki: el fótografo del shibari”, Paula Rego, Lucien Freud o Francis Bacon, Dorda es una experta en pintar la piel femenina y las sensaciones que la recorren cuando la mujer se ve atravesada por el placer.
Nacida en 1974, esta artista catalana se graduó en la Escuela de Arte Pablo Picasso de A Coruña. Tras especializarse en escultura, continuó su formación en Londres optando finalmente por la pintura como medio de expresión. Becada por diversas instituciones, Yolanda Dorda ha sido premiada en múltiples certámenes artísticos y ha residido en Londres, Barcelona y Nueva York.
Placer puramente femenino
Al pintar la piel femenina, Dorda hace gala de un prodigioso uso de un sinfín de tonalidades, explotando al máximo las posibilidades cromáticas de la pintura. En ese sentido, y en el uso de las tonalidades grisáceas, por las que admite sentir “una fuerte debilidad”, Dorda se muestra como una digna heredera de muchos artistas anglosajones. En sus pinturas eróticas, no obstante, esta pintora acostumbra a utilizar tonos más rojizos. En ocasiones, sin embargo, introduce otro tono y, según reconoce la propia Dorda, empieza a jugar con él hasta acabar con todas sus posibilidades expresivas.
Esa libertad de la que hablamos en el empleo de los colores se corresponde con la marcada libertad de la que esta pintora hace gala al plasmar sobre el lienzo la sexualidad femenina. Libérrima y sin vetos, Dorda desvincula el placer de la mujer de cualquier necesidad de presencia masculina para alcanzar ese placer.
La mujer pintada por Dorda goza de sus orgasmos y se corre sin necesidad de recurrir a un varón que le proporcione placer. Bien sea mediante la práctica de la masturbación, bien mediante las relaciones lésbicas, esa mujer que desea gozar de su cuerpo y que lo hace sin tapujos ha prescindido del varón para reafirmar su individualidad y su feminidad. La mujer, en la pintura de Dorda, no es un objeto. Es una persona que vive y que, por tanto, disfruta de su sexualidad. La mirada de la artista se revela así como una mirada puramente femenina.
Un trasfondo psicológico
Las obras de Yolanda Dorda destacan no solo por el uso personalísimo de la paleta de colores y del trazo del pincel. También se caracterizan por la intensa gestualidad de las mujeres retratadas. Las mujeres pintadas por Dorda están llenas de vida y esa vida fluye a raudales a través de sus gestos.
La intensidad de la gestualidad de las mujeres pintadas por esta artista barcelonesa convierte sus cuadros en una inmersión en la psicología de sus modelos. Las mujeres pintadas por Yolanda Dorda son mujeres que dejan traslucir sin poner barrera alguna sus inquietudes. Bien sean niñas (la infancia es otro de los grandes temas presentes en la obra de Dorda), bien adolescentes o mujeres jóvenes que están descubriendo su cuerpo y su sexualidad, las protagonistas de los cuadros de Dorda son como corazones tendidos al sol que muestran sus sentimientos sin que velo de pudor alguno los tape. Y eso es, también, ciertamente revolucionario. Ante la mujer recluida en su propia intimidad, temerosa del qué dirán, la mujer que protagoniza los cuadros de Dorda convierte su intimidad en una bandera reivindicativa o, cuanto menos, en un acto de afirmación del propio yo.
La fotografía como base
Yolanda Dorda utiliza técnicas diversas a la hora de crear su obra pero hay una sobre la que sustenta especialmente su forma de trabajar: la pintura. A una artista que reconoce sentirse más a gusto trabajando en soledad, la fotografía le permite acortar al máximo el tiempo que debe estar con sus modelos. Después, una vez realizada la fotografía de las mismas, la pintora puede hacer y deshacer a su antojo empleando en ello el tiempo que requiera hasta dar con la forma deseada.
Esta forma de trabajar, su sello personal y su calidad artística abrieron a Dorda la posibilidad de colaborar con Vogue, lo que le ha ayudado a adquirir una mayor presencia internacional, en especial en Alemania, donde su obra es muy valorada.
Para llegar ahí, sin embargo, la pintora catalana ha afirmado en más de una ocasión que ha contado con una ayuda excepcional: la de las redes sociales. Gracias a ello ha podido dar una mayor visibilidad a su trabajo y atraer la atención de críticos y periodistas especializados de Japón, Londres, etc. El proyecto con Vogue, por su parte, también es en buena parte fruto de las posibilidades de promoción proporcionadas por las redes sociales.